domingo, 9 de septiembre de 2012

COLONIAS EN AMÉRICA (IV Periodo)

CONQUISTA DE AMÉRICA

El territorio colombiano
El primer español que recorrió la costa Atlántica colombiana fue Rodrigo de Bastidas en 1502, quien además descubrió la desem­bocadura del río Magdalena. Años más tarde, en 1524, fundó la ciudad de Santa Marta. Durante las primeras décadas del siglo XVI, diversos exploradores tuvieron contacto con estas costas, fundando ciudades como Santa María la Antigua del Darién y Cartagena.
Por su parte el Pacífico fue recorrido por una expedición que par­tió de Panamá en 1522, al mando de Pascual de Andagoya. Más tarde, el mismo recorrido lo hizo Francisco Pizarro, quien busca­ba una ruta de acceso al Imperio inca.
Con base en las fundaciones sobre estas dos costas, se llevaron a cabo las primeras penetraciones al interior del territorio. Una de las expediciones más importantes fue la que llevó a cabo Gonzalo Jiménez de Quesada, quien tomó a su mando la conquista desde el Atlántico hasta el interior del país, fundando varias ciudades, entre ellas Santafé de Bogotá, en 1538. El sur fue conquistado por Sebastián de Belalcázar, quien fundó Santiago de Cali y Popayán. Partiendo desde Coro, Venezuela, los alemanes Ambrosio Alfinger y Nicolás de Federmán, penetraron el orien­te del país. 

Otras conquistas en América
• América austral. Los territorios que se extendían al sur del Imperio incaico, fueron entregados por Pizarro a su compañe­ro Diego de Almagro, quien en Chile, no pudo derrotar la resistencia de los araucanos. Chile fue entregado entonces a Pedro Valdivia para su conquista. Este fundó Santiago. Aun así, los araucanos continuaron con su resistencia al mando del caudillo Caupolicán quien finalmente fue sometido.
La región de río de la Plata fue explorada por Juan Díaz de Solís, pero su conquista se debió a Pedro de Mendoza quien fundó Buenos Aires.
• Brasil. La conquista del Brasil fue llevada a cabo por los por­tugueses a quienes, por lo decretado en las bulas papales, les correspondió la costa Atlántica. Estos fundaron ciudades cos­teras como Olinda, Recife y Bahía. Durante el siglo XVI el río de las Amazonas fue explorado por Francisco de Orellana.
• América del Norte. Inicialmente, el territorio de la Florida fue recorrido por Juan Ponce de León; Texas por Alvar Núñez Cabeza de Vaca y Francisco Vásquez Coronado llegó al Gran Cañón. A pesar de estas exploraciones españolas, la verdade­ra conquista de Norteamérica sería emprendida mucho tiem­po después.

México

Hacia el año de 1515 los españoles ya estaban sólidamente ins­talados en las islas del Caribe, pero habían tenido muy pocos con­tactos con el continente. Tenían noticias de que allí existían ricos y poderosos imperios, lo que animó la organización de las prime­ras expediciones. En 1519 partió de Cuba Hernán Cortés al mando de una expedición que desembarcó en las costas del actual México. Allí fundó la ciudad de Veracruz. Casi al mismo tiempo que inició el contacto con los aztecas, lo hizo con los pue­blos a quienes aquellos habían declarado la guerra. Marchó entonces sobre Tenochtitlán e hizo prisionero al emperador Moctezuma. Para entonces Cortés tuvo noticia de que el gober­nador de Cuba, Diego de Ve1ázquez había enviado un ejército contra él, y salió a combatirlo.
Durante su ausencia los aztecas se sublevaron y, como conse­cuencia de estos hechos, murió Moctezuma. Una vez que Cortés hubo regresado, fue derrotado, pero inmediatamente estableció alianzas con nuevos grupos enemigos de los aztecas y marchó de nuevo sobre el centro del Imperio venciendo sus ejércitos defi­nitivamente en la batalla de Otumba. Allí cayó finalmente el Imperio azteca y su territorio fue incorporado al Imperio español bajo el nombre de Nueva España.
En la misma región, Francisco de Montejo conquistaba el Yucatán, y hacia el sur, un enviado de Cortés, Pedro de Alvarado, pacificaba el sur y lo que actualmente es Guatemala. En estos dos territorios se encontraban los últimos mayas.

Perú

En 1527 partió de Panamá Francisco Pizarro al mando de una expedición en busca del Imperio inca. En 1532 Pizarro logró lle­gar a la ciudad de Cajamarca. Por aquel entonces el Imperio de los incas atravesaba por una guerra civil protagonizada por los hermanos Atahualpa y Huáscar, quienes luchaban por la obten­ción del poder. Pizarro apresó a Atahualpa, y éste prometió entregar una gran habitación llena de oro a cambio de su libertad. A pesar de que el oro fue entregado, Pizarro lo mandó eje­cutar acusándolo de haber dado muerte a su hermano.
Con la muerte de Atahualpa el camino de la conquista del Perú se despejó para los españoles. Pizarra marchó sobre el Cuzco, capital del Imperio, la cual fue tomada en 1534. Poco después, Pizarra fundó la ciudad de Lima, la cual más adelante se convir­tió en la capital del Virreinato del Perú. A continuación surgie­ron disputas entre los españoles, debido a la ambición de gobernar este rico territorio. La situación fue aprovechada por los incas para organizar su resistencia contra la presencia española, la cual perduró durante buena parte del siglo XVI. 

Llegada de Cristóbal Colón a las Antillas

COLONIAS EN AMÉRICA

Por el Tratado de Tordesillas una parte de Brasil pertenecía a Portugal y el resto de América corres­ponda a España. Sin embargo, gobernantes, de otros países europeos se interesaron por nuestro continente y fundaron colonias desde el siglo XVII.

América española

La conquista proporcionó a España el vasto te­rritorio que se extiende desde el sur de los Estados Unidos hasta el extremo de Tierra del Fuego; casi todo nuestro continente, especialmente las áreas montañosas con sus valles y mesetas. Pero los es­pañoles no pudieron conquistar a Norteamérica ni las selvas amazónicas. Además, perdió algunas An­tillas y costas del Caribe en guerras contra Fran­cia, Inglaterra y Holanda.
 Los demás países colonizaron primer conquistaron después
Portugueses, ingleses, franceses y holandeses fue­ron situándose en zonas estratégicas junto a costas y ríos sin ánimo de emprender una conquista mili­tar como la de los españoles. Esto se debió a varias causas:
• No venían en busca de minas de oro sino con propósitos de comerciar y debilitar el poderío de España.
• En esas regiones no había altas culturas indíge­nas ni riquezas, por tanto, no había atractivos pa­ra conquistar.
• En el siglo XVI los demás países europeos no disponían de los recursos humanos, económicos y políticos que tenía España.
Mucho más tarde, cuando la fiebre conquistadora de los españoles había terminado, los demás países colonialistas penetraron en el interior de sus pose­siones para conquistar tierras, encontrar metales preciosos y otras riquezas.

El área portuguesa

Al principio se limitó a las costas del territorio brasileño que le correspondía por el Tratado de Tordesillas. Los portugueses fundaron puertos que servían de escala en sus rutas comerciales con el Leja­no Oriente: No se preocuparon por encontrar oro y plata porque obtenían mucho dinero en su lucra­tivo comercio de especias y otros productos del sur­este de Asia. Del Brasil explotaron una madera tin­tórea que por su color rojizo o de "brasa" deno­minaron "palo do brasil “, de donde proviene el nombre dado al país.
• Entre finales del siglo XVII y todo el XVIII se llevó a cabo la conquista del interior, la cual fue similar a la española, o sea por la fuerza. Inicial­mente el objetivo era capturar indios y esclavizarlos, pero el hallazgo de piedras preciosas atrajo nume­rosos aventureros llamados bandeirantes (porque actuaban en bandas ver imagen). De esta manera, Portugal ex­tendió su área colonial a un territorio que le corres­pondía a España, pero que ésta nunca había con­quistado. Prácticamente, los portugueses llegaron a dominar el Brasil actual. 

Aventureros llamados bandeirantes (porque actuaban en bandas) 


El área francesa: parte del Canadá y Louisiana

• Una colonización motivada por el comercio de pieles preciosas. Un siglo después que los mari­nos franceses habían recorrido las costas del Ca­nadá fue cuando algunas compañías mercantiles con apoyo del monarca pudieron iniciar la coloniza­ción de la región de San Lorenzo y de los Grandes Lagos. Samuel Champlain, jefe de la expedición, fundó Quebec (1608) y combatiendo contra los iro­queses logró llegar a los Grandes Lagos. Otros colo­nos se establecieron en los alrededores mientras los misioneros jesuitas fundaban Montreal (1624) y se atraían a los indios. Los colonos franceses tuvie­ron que sostener fuertes luchas contra iroqueses y algonquinos para lograr sus objetivos: las pieles pre­ciosas de los animales de clima frío como la nutria, el castor y otros.
• Un comerciante en pieles (Jolliet) y misioneros jesuitas (La Marquette y Allouez) recorrieron el Mississippi en casi toda su extensión (1673). Años más tarde Roberto Cavalier de La Salle prosiguió hasta su desembocadura (1682) dando a la región el nombre de Luisiana en honor de su rey.
• En el siglo XVIII, la dominación colonial fran­cesa se reaujo enormemente porque Francia perdió el Canadá en guerra contra los ingleses y cedió la Luisiana a España. Francia conservó solamente al­gunas Antillas, según veremos más adelante. No obstante, en el Canadá, numerosos grupos de la po­blación han conservado la cultura francesa hasta nuestros días.

El área inglesa: la costa oriental de los Estados Unidos y Canadá

• Una colonización iniciada por compañías mercantiles. En la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII varios marinos ingleses reanu­daron la búsqueda de un paso entre el Atlántico y el Pacifico por el norte (Frobisher, Davis, Hudson y Baffin) pero lograron solamente explorar y des­cubrir tierras, estrechos y bahías que llevan sus nombres. Al mismo tiempo Wa1ter Raleigh inten­tó establecer colonias en la llanura oriental de Es­tados Unidos y fundó Virginia (1585) así llamada porque su reina Isabel era soltera, pero la colonia fue destruida por los indios. El proceso de colonización no se pudo reanudar con éxito hasta princi­pios del siglo XVII y bajo el patrocinio de dos compañías mercantiles: la Compañía de Londres y la Compañía de Plymouth. Los colonos buscaban tie­rras para el cultivo de algodón y tabaco para ven­der a Europa, compitiendo así con España.
• Emigrados perseguidos por su fe religiosa con­tinuaron el poblamiento. Esto se debió a que en Europa se había producido la Reforma o movimien­to por el cual numerosos cristianos se separaron de la Iglesia Católica y formaron sus propias iglesias, también cristianas pero llamadas protestantes. Co­mo los reyes de Inglaterra eran protestantes angli­canos persiguieron a los seguidores de otros credos protestantes principalmente a los puritanos. Fami­lias enteras de puritanos se trasladaron a Norteamé­rica en busca de libertad religiosa y fundaron varias colonias. Grupos de católicos perseguidos también salieron de Inglaterra y fundaron su colonia en los actuales Estados Unidos. A principios del siglo XVII existían trece colonias a lo largo de la llanura costera entre los Apalaches y el Atlántico. Sus po­bladores se dedicaban pacíficamente a la agricul­tura, la industria y el comercio, sin relación alguna con los indios ni para convertirlos en trabajadores suyos ni para cristianizarlos.
• Independientemente de las trece colonias, la Compañía de la Bahía de Hudson poblaba y explo­taba, los alrededores de la misma en Canadá. Si­glos más tarde Inglaterra se lanzó a la conquista del occidente de tan extenso país adquirido en lucha contra Francia. En Estados Unidos, en cambio, no pasaron de la llanura costera.

El área holandesa

Holanda (Países Bajos) fundó pequeñas colonias estratégicas para su comercio pero no fueron du­raderas. En su intento por apoderarse del Brasil logró establecerse en Recife y otros puntos de la cos­ta norte, pero los portugueses los expulsaron de allí (1654). En Norteamérica, la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales fundó Nueva Ámsterdam (hoy New York), en la isla de Manhattan, una prós­pera colonia que medio siglo más tarde tuvieron que entregar a los ingleses (1673). El área holandesa quedo reducida a las posesiones en el Caribe.

INSTITUCIONES POLITICO­ADMINISTRATIVAS DE LOS DIFERENTES SISTEMAS COLONIALES

¿Qué sistemas de gobierno implantaron los países colonialistas en América? ¿Qué importancia tuvie­ron para el desarrollo posterior de nuestras nacio­nes? Comparemos la administración que estableció España con las de Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda.

Características del sistema de gobierno colonial hispánico

Bajo los Reyes Católicos y la dinastía de la Casa de Austria o familia Habsburgo, o sea, durante los siglos XVI y XVII, se mantuvo un sistema prácti­camente sin modificaciones. Vamos a tratar del mis­mo con breves referencias a los cambios que se pro­dujeron en el siglo XVIII.
Aunque el continente ya era conocido con el nom­bre de América, España siempre lo denominó ofi­cialmente Las Indias. La organización que dio a sus posesiones estuvo condicionada por la tradición his­pánica, la situación de primera potencia europea, las realidades insospechadas del Nuevo Mundo y el choque entre la cultura del conquistador y las de los indígenas.
• Las Indias no fueron consideradas colonias. Al igual que España era un conjunto de reinos gober­nados por el mismo monarca, la Corona organizó sus posesiones ultramarinas como reinos y así los denominó (Nuevo Reino de Granada, Reino de Nueva España, Reino del Perú o Nueva Castilla, etc.). En consecuencia, Las Indias formaban un conjunto de reinos gobernados por un soberano común.
• Las Indias eran propiedad personal del rey. Así fueron consideradas las tierras reconquistadas a los musulmanes durante la edad media. En consecuen­cia, en la administración de los territorios ameri­canos no intervinieron los organismos existentes en España, sino las instituciones creadas por el rey y bajo su exclusivo control. Todos los nombramien­tos de funcionarios, las atribuciones de éstos, el re­parto de tierras, etc., dependieron siempre del monarca.
• Las Indias fueron gobernadas de manera, auto­ritaria y centralizada por los monarcas. Esta era la forma de gobierno imperante en toda Europa. Por tanto, el autoritarismo monárquico no fue exclusivo de España ni se padeció solamente en América.
• Los hombres, las leyes y las instituciones colo­niales procedían solamente de Castilla y no de to­das las regiones de España. Corno la Corona de Castilla había patrocinado el Descubrimiento y la Conquista, Las Indias le pertenecían al monarca es­pañol por ser rey de Castilla. En consecuencia, so­lamente se autorizó la venida a América de hom­bres castellanos. Asimismo las leyes e instituciones se inspiraron en los modelos vigentes en Castilla. No fue hasta el siglo XVIII cuando se autorizó la entrada en América de otros habitantes de las di­versas regiones de España.
• La Corona consideró la colonización como una misión religiosa confiada por Dios. Según sus principios, había que convertir los infieles al cris­tianismo y de ahí la participación de la Iglesia en la administración colonial.
• La Corona quiso establecer un sistema colonial basado en el derecho y no en la fuerza. Después de la Conquista, la Corona continuó dictando Reales Cédulas y otras disposiciones legales al extremo de que hacia la mitad del siglo XVII sumaban más de 10.000 leyes, de las cuales 6377 fueron incluidas en la Recopilación de Indias o normas de derechos pa­ra América. Miles de ellas reglamentaron las fundaciones de ciudades, el cultivo de tierras, la acli­matación de plantas y animales, el trabajo de los indios, etc., demostrando una constante preocupa­ción por civilizar a América y por asegurar la su­pervivencia de los indios y el respeto a su persona y sus bienes. Estas abundantes y minuciosas Leyes de Indias o Derecho Indiano, como también se les conoce, hacen de España la nación colonialista que más legisló para llevar a cabo una colonización efec­tiva y con propósitos humanitarios.
• El choque entre la política de buenas intencio­nes y las realidades hicieron inoperantes en muchas ocasiones la legislación. Al igual que en los días de la Conquista, los intereses de los aventureros cho­caron con los propósitos creativos de la Corona. En ocasiones las leyes fueron dictadas con criterios de juristas y asesores que no tenían un conocimiento profundo del Nuevo Mundo.
• La desconfianza inspiró la creación de organis­mos políticos y administrativos complejos y exce­sivamente centralizados. Para asegurar una admi­nistración eficiente y el estricto cumplimiento de las leyes, la Corona creó varios organismos y numero­sísimos cargos que dependían en última instancia del rey. Cada jefe vigilaba a sus subordinados y des­de España los órganos supremos los vigilaban a to­dos. El sistema facilitaba que se fiscalizasen entre sí los propios funcionarios coloniales. Todos, sin excepción, estuvieron sometidos a la inspección de los visitadores reales que sin previo aviso investigaban denuncias o irregularidades. Cada alto fun­cionario a la terminación de su mandato quedaba

Régimen colonial portugués

• Una débil sumisión de los funcionarios a la Co­rona. La consideración de factoría o colonia mer­cantil que tuvo al principio el Brasil influyó en el carácter privado de su colonización, siendo las ca­pitulaciones el documento legal regulador de dichas empresas; pero a diferencia del centralizado siste­ma español, la Corona portuguesa dividió el Brasil en 15 capitanías otorgadas vitalicia y hereditaria­mente a varios nobles a fin de obtener el mayor ren­dimiento con el mínimo de costos para la metró­poli. Aunque este sistema duró poco, pues en 1549 se nombró un capitán mayor, representante del rey que unificó el gobierno colonial, los capitanes generales ya todopoderosos perdieron solamente facultades políticas y conservaron sus privilegios económicos. Las bases de la independencia de los funcionarios frente a la Corona estaban echadas y repercutirían en el desarrollo de la colonia durante muchos años.
Otros hechos que acentuaron esta independencia fueron la constante necesidad de defenderse de los franceses y holandeses que por largo tiempo ataca­ron la colonia y se establecieron en sus costas (los franceses entre 1555 y 1615; los holandeses en la pri­mera mitad del siglo XVII). Esto obligó a funcio­narios y criollos a actuar por su propia cuenta sin esperar órdenes ni ayuda de la metrópoli.
• La administración copió el modelo español des­de el siglo XVII. Durante ochenta años (1580-1640) Portugal quedó anexado a España siendo regidas sus colonias en forma similar a las hispánicas. Desde 1621, se hizo necesario hacer nuevas divisiones ad­ministrativas del territorio brasileño, y se crearon dos gobiernos coloniales: uno para el denominado "estado" de Marañón (compuesto por las capita­nías del Norte), y otro para el "estado" de Brasil (compuesto por las capitanías del Sur). Cada uno de estos dos gobernadores estaba asesorado por las cámaras de los principales municipios y subordina­dos directamente al Consejo Ultramarino y la Co­rona portuguesa. Sin embargo, estos últimos tro­pezaron en su política centralizadora con el poder de los colonos en las cámaras. En síntesis, el régi­men político-administrativo portugués fue similar al español aunque menos rígido y efectivo. Tam­bién le faltó al régimen portugués la copiosa legis­lación de Indias de los españoles y los fundamen­tos teológicos y jurídicos que la inspiraron.
• En el siglo XVIII y debido a la expansión con­quistadora del interior del país, se creó un tercer estado o gobierno colonial; Gran Pará y Río Ne­gro, en tanto que el del Brasil fue elevado a la ca­tegoría de virreinato.

Sistema colonial inglés de Norteamérica

• En Inglaterra no existía el absolutismo mo­nárquico como en el resto de Europa. Desde el si­glo XIII los ingleses respetaban la Carta Magna o constitución que limitaba los poderes del rey; este no podía fijar impuestos, organizar ejércitos ni de­clarar la guerra sin consultar al Parlamento o asam­blea representativa del clero, la nobleza y los bur­gueses de las ciudades. La Carta Magna aseguraba también algunos derechos a todos los ciudadanos. Además, en el siglo XVII dos revoluciones (1649 y 1688) vencieron a la monarquía y establecieron el sistema parlamentario, o sea el gobierno del rey con el Parlamento.
• Estas instituciones representativas y casi demo­cráticas fueron trasplantadas por los colonos a América. Así en todas las colonias se disfrutaba de gran autonomía y el poder estaba dividido equili­bradamente entre el gobernador, la asamblea o el parlamento colonial, los jueces y jurados. Según el grado de dependencia con Inglaterra había tres cla­ses de colonias:
• Reales donde el rey designaba a! gobernador y a! consejo colonial pero los colonos elegían a los miembros de la asamblea y los jurados.
• De Propietarios donde el fundador o sus suceso­res, por concesión del rey, eran los gobernadores pero los vecinos elegían a los miembros del conse­jo, la asamblea y los jurados.
• De Cartas, así llamadas porque mediante acuer­do o carta con el rey, éste autorizaba que los colonos designasen a todos los funcionarios.
Desde luego, esta autonomía tan democrática en muchas colonias se disfrutó particularmente en las colonias norteñas; en las del Sur los grandes pro­pietarios monopolizaron los cargos en perjuicio de los pequeños colonos. Y por supuesto, esta auto­nomía y democracia excluía al indio nativo y al ne­gro esclavo; era solamente para los colonos o sea los venidos de Inglaterra y su descendencia nacida en Norteamérica. Por eso decimos que sus institu­ciones eran casi democráticas.
Pese a su exclusivismo, el régimen colonial inglés propició la participación de los colonos en el gobierno acostumbrándose así los pobladores a ela­borar y hacer respetar las leyes, a administrar la jus­ticia y hacerla cumplir, a colaborar en la solución de los problemas de su comunidad y a defenderla con milicias formadas por ellos mismos. 

Llegada de los primeros colonos ingleses con sus familias a Norteamérica

Régimen colonial francés

Se asemejó originariamente al inglés ya que los contratos comerciales de colonización dejaban en gran libertad a los "corredores de los bosques" co­mo llamaban a los cazadores de pieles preciosas. Luego, los gobernadores disfrutaron de prerroga­tivas similares a los de las capitanías generales del Brasil o los adelantados y primeros gobernadores de las colonias españolas.
Pero en la segunda mitad del siglo XVII se impuso un régimen centralizado, dispuesto por Luis XIV el más absolutista de los reyes europeos. Canadá fue convertida en provincia francesa bajo el man­do de un gobernador genera! supeditado al monar­ca y el territorio fue dividido en señoríos que se otorgaron a nobles de la corte. Los sefioríos, a su vez, se subdividían en parroquias bajo la autoridad del cura párroco y del jefe militar. Numerosos in­tendentes o funcionarios con poderes militares, fis­cales y judiciales mantenían el rígido centralismo de la metrópoli francesa. Este mismo régimen se impuso en las demás colo­nias, incluyendo Haití y las Antillas que obtuvo Francia.

Régimen holandés

Fue similar al inglés y al portugués de los prime­ros tiempos dado el carácter de factorías o estable­cimientos comerciales que tuvieron sus efímeras co­lonias. No obstante, la colonia que durante varios años lograron establecer en Brasil fue gobernada por un miembro de la familia real. En las islas que conservó se estableció años después un gobierno más subordinado a la Corona holandesa. 

ECONOMÍA COLONIAL

Resultados del sistema y evolución de la economía colonial española

• A España se le escaparon el oro y la plata ha­cia el extranjero. Por una parte, las costosas guerras que sostuvo durante doscientos años en Europa y, por otra parte, la emigración de españoles hacia América, despoblaron gran parte de España y des­cuidaron los cultivos y la industria. A todo ello se agregó la ausencia de una mentalidad capitalista en­tre los burgueses. En consecuencia, España se vio en la necesidad de comprar en los demás países europeos los alimentos, vestidos, armas y hasta bar­cos que fueron pagados con el oro que tan afano­samente extraía de las minas americanas y que tan celosamente protegía a través del mar. Así, el oro y la plata de América entraban a España, enrique­cían solamente a los comerciantes de Sevilla, mu­chos de los cuales no eran españoles, y salía legal­mente, en el pago de compras, beneficiando al resto de Europa y muchas veces terminaba en manos de sus propios enemigos; las compañías mercantiles de Francia, Inglaterra y Holanda.
• Para Hispanoamérica el sistema fue destructi­vo pues acabó con muchas vidas de indios y escla­vos y agotó minas y yacimientos en corto tiempo.
Otro efecto negativo fue el contrabando, porque la excesiva vigilancia y los altos precios de los produc­tos que venían de España provocaron que la población colonial buscara comprar más barato a los pro­pios enemigos de su metrópoli. El contrabando, en el cual participaban frecuentemente hasta las auto­ridades locales, fue una de las funestas herencias que dejó el sistema económico de España.
Un solo aspecto positivo tuvo la explotación de me­tales y el monopolio: comunicar y unir entre sí a las diversas regiones de Hispanoamérica, porque la necesidad de trasportar los metales preciosos y de­más productos a los puertos oficiales obligaba a sal­var las distancias y los obstáculos geográficos. Di­chos puertos fueron sitios de contactos pero, sobre todo, las ferias de Portobelo se convirtieron en el centro de intercambio de mercaderías e ideas entre los habitantes de distintos lugares de Centro y Suramérica.
• La agricultura, la ganadería y la manufactura quedaron en un plano secundario. Es cierto que la Corona se interesó por fomentarlas y desde los días de la Conquista introdujo múltiples plantas y se­millas (trigo, vid, olivo, morera, árboles frutales, arroz, caña de azúcar, café, etc.) y de animales (ca­ballos, vacunos, cabras, ovinos, etc.) desconocidos hasta entonces y que con el tiempo se convertirían en recursos básicos de nuestros países. Sin embar­go, los cultivos y la cría del ganado se destinaron a abastecer de alimentos y animales a las regiones mineras y a las ciudades. Además, durante los si­glos XVI y XVII los productos agrícolas america­nos no interesaron a los europeos; éstos continua­ron atraídos por las mercancías orientales que ob­tenían los portugueses, ingleses y holandeses. De modo que España tampoco tuvo oportunidad de re­vender la producción de la tierra americana.
En cuanto a la industria textil, España quiso evitar que compitiera con la de la metrópoli. Pero ni en la península ni en las colonias tuvo desarrollo sufi­ciente para la exportación. En los talleres colonia­les, denominados obrajes, se producía igualmente para el consumo local. En ellos la mano de obra principal fueron también los indios, especialmente de las regiones incaica y azteca que tenían tradición por la calidad de sus trabajos.
• A mediados del siglo XVII las actividades agrí­colas y ganaderas comenzaron a desarrollarse. Pe­ro no por iniciativa de la Corona, sino por dos ra­zones principales: la desaparición de la población indígena y la decadencia de la producción de oro y plata, especialmente de Perú y Méjico. Esto de­terminó también que disminuyera el tráfico comer­cial entre España y sus colonias. Ante este proble­ma, la solución estuvo en intensificar el cultivo de la tierra con mestizos y mulatos y, sobre todo, de­sarrollar la ganadería. Fue así como surgió el gru­po social de los hacendados a que ya hemos hecho referencia.
En las zonas de montañas y altiplanos se desarro­lló la cría de ovinos a lo largo de toda América. En los llanos venezolanos y las pampas argentinas to­mó gran importancia la cría de caballos, vacas, to­ros y bueyes. En las Antillas se fomentó con éxito la caña de azúcar y el café; en las costas venezola­nas el cacao y en Centro América la ganadería y el índigo. De esta manera, cada región comenzó a de­sarrollar una economía propia y especializada en determinados productos agrícolas o ganaderos.
• Desde el siglo XVIII, por el cambio de dinastía en España, se desarrollaron las grandes plantacio­nes o haciendas dedicadas al monocultivo extensi­vo para la exportación. Esto se facilitó por las li­bertades concedidas para introducir esclavos y el ce­se de restricciones comerciales. Algunas colonias se enriquecieron con la producción de azúcar, cacao y café, pero se afianzó la práctica de producir para exportar. Esa orientación hacia las exportaciones, considerando que en ellas está la prosperidad, pe­netró profundamente en la mente de los colonos his­panoamericanos y ha perdurado hasta el presente.


Mestizaje en las colonias españolas

VIDA SOCIAL Y ECONOMICA EN LAS COLONIAS DE PORTUGAL, INGLATERRA Y FRANCIA

Comparemos ahora el sistema social y económi­co de Hispanoamérica con los establecidos por los portugueses en Brasil y los ingleses y franceses en Norteamérica.
Características del sistema portugués
Tenía muchas semejanzas con el sistema español: 
• La población del Brasil presentó la misma va­riedad racial produciéndose también un gran mes­tizaje de razas.
• La Corona de Portugal también aplicó medidas mercantilistas e implantó el monopolio comercial a ciertos productos coloniales.
• Predominio social y económico de portugue­ses y criollos se debió a la propiedad de la tierra. Sin embargo, presentaba varias diferencias:
• En el Brasil, el indio no tuvo la importancia que en las colonias españolas ni inspiró una legislación protectora como la de España. En cambio, los ne­gros esclavos por su importancia como mano de obra y su número (50.070 de la población a princi­pios del siglo XIX) influyeron mucho en el desa­rrollo de la colonia y trasplantaron mucho más que en Hispanoamérica su folclor y sus tradiciones.
• La Corona portuguesa era menos poderosa y le­galista que la española y por ello nunca pudo man­tener el monopolio comercial ni un rígido control de los colonos. Incluso no pudo impedir la entrada de extranjeros en Brasil.
• La producción colonial estuvo siempre más vinculada a las exportaciones que la de Hispanoa­mérica porque los terratenientes producían para el consumo y para la venta exterior.

Evolución social y económica de la colonia del Brasil

• Fue inversa a la de las colonias hispánicas: durante los siglos XVI y XVII, mientras España ex­plotaba febrilmente los metales preciosos, los por­tugueses no los encontraron en Brasil porque los indios eran tan primitivos que no trabajaban el oro ni otros minerales. Por el contrario, hacia fines del siglo XVII cuando la economía de las colonias es­pañolas se orientaba hacia la agricultura, la gana­dería y los latifundios trabajados con esclavos, se descubrieron oro y diamantes en Brasil producién­dose la conquista del interior y una intensa explo­tación minera.
• Primera etapa: azúcar, esclavos y latifundios. Durante los siglos XVI y XVII los colonos estable­cidos solamente a lo largo de la costa introdujeron el cultivo de la caña de azúcar y los trapiches para molerla y desde el principio se dedicaron a la expor­tación de azúcar. Los trabajadores eran esclavos ne­gros porque los indios de allí eran muy malos agri­cultores y resultaba más provechosa la compra de esclavos por la proximidad al África y porque eran compañías portuguesas las que se dedicaban a dicho tráfico. Los colonos terratenientes se convir­tieron en grandes señores latifundistas y todopode­rosos vinculados débilmente al monarca portugués y sus capitanes generales. Para obtener tierras y es­clavos no dependían de concesiones de la Corona como los encomenderos y colonos españoles. La so­ciedad de este período presentaba ya un gran mes­tizaje de blancos y negras, y de blancos e indias.
• Segunda etapa: conquista del interior, explota­ción minera y más esclavos. Hacia mediados del si­glo XVII las exportaciones de azúcar disminuyeron porque las Antillas francesas e inglesas producían más y a más bajo precio. Por esta razón los azuca­reros del Brasil no pudieron continuar comprando negros y prefirieron esclavizar a los indios del inte­rior. Grupos de aventureros (mestizos de portugue­ses e indios) denominados bandeirantes, se inter­naron desde Sao Paulo para capturar a los nativos. La Corona intentó impedir el salvajismo de aque­llas expediciones pero no lo logró, siendo frenadas solamente por la valiente resistencia de los misio­neros jesuitas.
Fue entonces cuando se descubrió oro en los alu­viones de los ríos (1698) y pocos años más tarde dia­mantes y otros metales preciosos, despertando la codicia de los portugueses lo cual provocó grandes inmigraciones desde Portugal e incluso de otros paí­ses europeos. La sed de oro fue semejante a la vivi­da en las colonias españolas dos siglos antes pero la introducción de esclavos fue muchísimo mayor (16.000 cada año entre 1700 y 1760). Por otra par­te, los focos mineros provocaron numerosas acti­vidades vinculadas a la minería, como la cría de ga­nado a fin de proporcionar bestias de tracción en las minas, y trasporte de los minerales hasta los puertos y también núcleos agrícolas para suminis­trar alimentos a las regiones del interior.
Desde el siglo XVIII el comercio portugués ha es­tado muy vinculado al inglés y por esta razón, a la larga el oro portugués explotado en Brasil iba a pa­rar a manos inglesas.

Las trece colonias de Norteamérica: población sin mestizaje

• Los fundadores de las colonias del Norte, se­gún vimos, eran emigrados que huían de las persecuciones de Inglaterra. El número de in­migrantes fue alto y continuó creciendo con la lle­gada posterior de escoceses, irlandeses, alemanes y holandeses (estos últimos permanecieron en Nue­va York después que dicha colonia dejó de perte­necer a Holanda). En resumen, todos blancos europeos.
• Los indios no formaron parte de las colonias porque a diferencia de los españoles que los necesi­taban como trabajadores, a los ingleses lo único que les interesaba de los indios era la tierra; por ello se las compraban y si había hostilidad los combatían violentamente con armas de fuego. Como los co­lonos llegaban con sus esposas no hubo uniones con las indias y para cultivar la tierra fueron suficien­tes las mismas familias y los que seguían llegando no en calidad de propietarios sino para ganar un sueldo.
• En este exclusivismo influyó la mentalidad de los colonos. Por una parte no venían a ser señores de tierras para enriquecerse y regresar a la metró­poli sino a establecerse definitivamente en los te­rritorios considerados como su nueva patria. Por otra parte, la mayoría eran puritanos y de otras igle­sias protestantes, como los cuáqueros, que tenían en común la creencia en la predestinación, o sea que Dios ha escogido a unos hombres para la salvación eterna y a otros para la condenación. Según dicha creencia, el individuo que tenía fe y éxito en sus ac­tividades podía sentirse seguro de que era de los pre­destinados al Cielo y debía honrar y dar gracias a Dios mediante el trabajo y una vida moral. Esto ex­plica por qué los colonos, considerándose elegidos por Dios, trabajaron con tanto dinamismo, agra­decidos con su Providencia por el favor dispensa­do y con gran austeridad de acuerdo con la rígida moral puritana. En cambio, hacia el indio no hu­bo sentimiento alguno de afecto pues entendían que era una raza inferior no predestinada a la salvación y, por tanto, que no era necesario evangelizarlo. Así el racismo y el fanatismo religioso se confundieron en la mentalidad de los colonos.
• En las colonias del Sur sí hubo población negra pero tampoco mestizaje. Carolina del Norte, Ca­rolina del sur y Georgia fueron fundadas más tar­de por gente ambiciosa protestante también pero sin el fanatismo puritano. Se dedicaron a la planta­ción de arroz, algodón y azúcar que exigían trabaja­dores fornidos y numerosos, por lo cual los colonos aprovecharon las facilidades del tráfico de negros para introducir esclavos de África. En la colonia de Virginia, la producción de tabaco determinó también la inhumana compra de "piezas" africa­nas. Hacia el siglo XVIII la población negra ascen­día a medio millón de personas pero el inglés tam­poco se mezcló con las negras porque su racismo y sus prejuicios religiosos lo conducían a despre­ciar al no blanco. 

Imagen de la vida cotidiana de una colonia Norteamericana

Actividades económicas y sociedad colonial de Norteamérica

• Una abundante producción agrícola e indus­trial para consumo y exportación. La laboriosidad de los colonos y la fertilidad de la llanura dieron pronto magníficos resultados: trigo, tabaco, arroz, índigo y muchos más, así corno pastos para la cría del ganado. Los colonos puritanos no tenían propó­sitos de comerciar sino que eran agricultores para satisfacer sus necesidades, pero los grandes rendi­mientos obtenidos en la agricultura y las facilida­des de comercio que daba Inglaterra determinaron pronto la aparición de un rico intercambio con In­glaterra u otras de sus colonias. Además corno los pacíficos colonos no buscaron metales preciosos, se dedicaron a fundir el hierro desarrollándose es­ta industria en casi todas las colonias. El hierro y las maderas de los bosques pronto les permitieron también contar con astilleros donde se construían barcos. De este modo los colonos tuvieron flotas propias para su valioso comercio. En el desarrollo de estas actividades agrarias e industriales influyó muchísimo el hecho de que todos los colonos par­ticipaban también en las decisiones del gobierno co­lonial a través de sus instituciones democráticas.
Corno los colonos del Sur no tenían la austeridad de los norteños ni eran tan democráticos en su go­bierno, la gran producción de algodón, azúcar y tabaco determinó allí el predominio de la agricultura controlada por una aristocracia señorial que tam­bién exportaba, muy semejante a la del Brasil portugués.
• La propiedad de las tierras fue inicialmente de las compañías comerciales que fomentaban la co­lonización, pero pronto predominó en el Norte la propiedad individual de granjas o pequeñas parce­las. En el Sur predominó siempre la gran propie­dad. También había tierras pertenecientes a la Co­rona, y que ésta parcelaba y arrendaba a los colo­nos; producían al tesoro inglés una renta anual equi­valente a un millón de dólares.
• La mano de obra, según hemos dicho, fue es­clava en el Sur. En el Norte hubo asalariados y un tipo de trabajador que no existió en las colonias es­pañolas ni portuguesas: siervos blancos, gente sin empleo ni dinero que se embarcaba con el compro­miso de pagar el pasaje con trabajo durante un tiempo determinado que generalmente se hacía in­definido y cuya libertad quedaba muy restringida. También, en el siglo XVII fue frecuente el rapto de trabajadores hábiles en la artesanía, la textilería y la fundición del hierro traídos en forma violenta de las ciudades inglesas; y no pocos miles de huérfa­nos y mujeres sin protección fueron embarcados contra su voluntad. 







miércoles, 4 de julio de 2012

LA EDAD MODERNA (III Periodo)


LA EDAD MODERNA

Esta edad duró unos 300 años (mediados del siglo XV a finales del XVIII). En muchos aspectos fue de ruptura con el pasado medieval; en otros, fue la evolución y persistencia de elementos de la Edad Media. En contraste con ésta, durante la Edad Moderna hubo fuertes Estados monárquicos unificados, que lucharon por imponer su supremacía, creció la importancia social de la burguesía, se desarrolló el sistema capitalista -desconocido hasta entonces y basado en el auge del comercio marítimo-, predominó la mentalidad indivi­dualista y progresaron las ciencias orientadas hacia el conocimiento del hombre y el mundo.

Al mismo tiempo, continuó la presencia hostil del Islam, con la dominación turca en el este de Europa; nobleza y clero conservaron sus privilegios sociales y económicos; la producción agraria mantuvo su predominio y la religiosidad impulsó descubrimientos y empresas económicas y expandió la Civilización Occidental en su afán de propagar el cristianismo.

La Edad Moderna fue una transición muy importante en la historia de Europa: preparó los tiempos contempo­ráneos y colocó a los europeos a la cabeza del mundo. En esta Edad participó América, sometida a los países colonialistas, condicionando con la formación de sus hombres y con su desarrollo económico los altibajos de sus metrópolis europeas. 


EL RENACIMIENTO

En los lugares de Europa en donde hubo acumulación de riquezas derivada del comercio se desarrollaron con gran fuerza, desde el siglo XIV, las artes y las ciencias. Este despertar de la cultura tomó el nombre de Renacimiento, porque se trataba del rescate de las formas clásicas griegas y romanas, es decir, renacía la cultura clá­sica.

El período estuvo caracterizado por una gran inquietud intelec­tual auspiciada por la burguesía, la cual ya se había convertido en un grupo social poderoso económicamente. El Renacimiento surgió en las ricas ciudades italianas, desde donde se expandió a otras zonas de Europa como España, Inglaterra y a Flandes, o sea, a los Países Bajos.

Uno de los aspectos más sobresalientes del Renacimiento fue el humanismo. Esta fue una corriente de pensamiento que comenzó a preocuparse por los asuntos del hombre, lo cual implicaba un giro del tradicional teocentrismo medieval, hacia una concepción antropocentrista, es decir, a considerar al hombre como centro del universo. Esta actitud suscitó un marcado interés por tener un conocimiento de todas las ciencias y las artes, juzgando todo desde la razón.

La aparición de este último elemento introdujo a la sociedad en un proceso de secularización, es decir a analizar las cosas no desde la fe sino desde la razón, del análisis científico. La difusión del humanismo fue posible gracias a la imprenta, invento chino perfeccionado por Juan Gutenberg en 1440. Gracias a la aparición de la imprenta los libros dejaron de ser copiados a mano, bajaron sus costos y se difundieron rápidamen­te. Con este elemento, la cultura humanista avanzó con rapidez.

El Renacimiento y su humanismo se expresaron en todos los cam­pos del saber. En la filosofía sobresalieron Erasmo de Rotterdam con El elogio a la locura, Nicolás Maquiavelo con El Príncipe. La astronomía tuvo grandes progresos cuando Nicolás Copérnico enunció la teoría heliocéntrica, la cual enunciaba que el Sol era el centro de los planetas y no la Tierra. Andrés Vesalio y Miguel Servet contribuyeron al conocimiento de la medicina y la anatomía.

En las artes se lograron importantes avances. Petrarca, Boccacio y Dante Aligheri se hicieron famosos por sus obras literarias. Mientras que Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y Rafael Sanzio se destacaron en la pintura, la escultura y la arquitectura otras artes. En los Países Bajos se destacaron Van Eyck, el Bosco y Brueghel el Viejo y en Alemania Alberto Durero. De esta manera el Renacimiento se constituía en el primer paso hacia la formación del mundo moderno. 


El humanismo

Todos los cambios producidos en la sociedad durante los siglos anteriores llevaron a la creación de una nueva forma de pensar que se conoce con el nombre de Humanismo, el cual se caracterizó por los siguientes rasgos:

·         Preocupación por el hombre. Durante la Edad Media, el pueblo y los pensadores se había preocupado ante todo por el tema de Dios. Poco a poco, sin embargo, el polo de interés fue desplazándose, y los llamados humanistas se dedi­caron a estudiar al hombre.
·    Triunfo de la razón. Durante la Edad Media, tradición y la autoridad de los maestros se habían considerado suficiente argumento para demostrar la verdad o falsedad de una doctrina. Los humanistas, en cambio, discutían, argumentaban e investigaban.
·         Curiosidad y conocimiento universales. Los humanistas aspiraban a saber de todo, a conocer todo; no querían ser especialistas, sino sabios.
·    Afición a todo lo clásico. Los humanistas cultivaron el estudio del griego y del latín, porque el conocimiento de estas lenguas era necesario para estudiar las obras de la antigüedad.

Arte renacentista donde se rinde culto al cuerpo human. (Nacimiento de la Venus- Botticelli).

EL CAPITALISMO



El comercio que se había originado en la Edad Media, se intensificó con especial fuerza durante el siglo XV Su resultado fue une acumulación de riqueza, de la cual no sólo participaban los mercaderes sino también los recién formados Estados nacionales de Inglaterra, Francia y España. Especialmente esta última monarquía se vio rápidamente enriquecida mediante su crecimiento territorial y todas las riquezas que comenzaron a afluir desde sus colonias. De esta manera el siglo XVI hacía transición de un: economía de mercaderes a un capitalismo mercantilista.

La economía se incrementó a través de los bancos, los préstamos y se comenzó a medir por la acumulación de las riquezas de oro plata que tenían las potencias, acumulación que comenzó a cambiar las formas de vida cotidiana, la política y la religión.



Al comenzar el siglo XVII los nobles y los burgueses tenían una gran confianza en el enriquecimiento y la estabilidad de su sociedad. El capitalismo mercantil marchaba bien y se con­solidaba el primer sistema mundial. De este modo se deno­minaba este sistema económico, el cual se estaba implantando en todo el mundo. Pero en las primeras décadas del siglo XVII se declaró una gran crisis en todos los órdenes: la política se volvió absolutista, los precios de los productos básicos subie­ron y, en consecuencia, se extendieron las hambrunas y las pestes.

A pesar de la crisis del capitalismo en el siglo XVII, éste salió fortalecido de tal manera, que en el siguiente período la eco­nomía capitalista se consolidó, siendo su resultado la Revolución Industrial, el punto de despegue de nuestro actual sistema económico.

Una de las herencias de este período fue la consolidación del capitalismo. Hoy en día la mayoría de los países del mundo se rigen por este sistema, el cual a pesar de su éxito no está exento de crisis. El hombre del siglo XX también sienta su con­fianza en la eficacia de este sistema económico. 

LA REFORMA PROTESTANTE

Las causas de la Reforma luterana se venían formando en los últimas dos siglos. Entre las más importantes se encontraban:

·         El descrédito en que había caído la Iglesia por sus abiertas actuaciones políticas y los escándalos que suscitaban algunos de sus miembros, fueron mermando su poder.
·         El Renacimiento, particularmente la aparición de un pensamiento humanista más reflexivo y crítico, formó pensadores como Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro quienes sabía que era necesario modernizar la Iglesia. Sus ideas influyeron sobre los reformadores.
·         El desarrollo del capitalismo porque introdujo cambios importantes en los valores de la época.

Con estas condiciones, en 1517 el papa León X concedió indulgencias o beneficios espirituales a quienes dieran limosna para construcción de la Basílica de San Pedro. Un sacerdote agustino alemán, Martín Lutero, se opuso a esta política papal. Ese mismo año, fijó en la puerta de la iglesia de Wittenberg, las 95 tesis en las cuales negaba la doctrina de las indulgencias.

Sus postulados más importantes eran los siguientes:

·         El hombre peca porque no es libre para escoger entre el bien y el mal. por su naturaleza está inclinado hacia el mal.
·         Solamente la fe justifica al pecador. La misericordia de Dios perdona gratuitamente los pecados por los méritos de Cristo. La fe en Dios y su misericordia es lo único que da la salvación eterna. Por tanto, las buenas obras, los sacramentos, la Virgen y los santos no pueden ayudar a borrar pecados ni a salvar el alma.
·         La palabra de Dios está contenida en las Sagradas Escrituras y no necesita intermediario; el cristiano puede interpretarlas de acuerdo con su conciencia (libre examen).
·         La Iglesia no tiene poder sobre las conciencias, por tanto no hay necesidad de papas, obispos y sacerdotes. Tampoco tienen que existir conventos ni monasterios, ni el celibato de los religiosos.
·         No debe haber sino tres sacramentos: bautismo, penitencia y eucaristía. Estos dos últimos, muy distintos a la forma establecida por la Iglesia.
·         La renovación religiosa debe ser organizada y regulada por los príncipes y monarcas.

La expansión de la Reforma

La Reforma de Lutero se difundió rápidamente por Alemania. Los príncipes alemanes supieron emplear la nueva doctrina en bene­ficio de sus propios intereses, especialmente para independizarse del poder de Roma y para oponerse al rey Carlos V, quien defen­día a los católicos.
En otras regiones de Europa surgieron reformadores, tales como Calvino y Zuinglio, quienes se inspiraron en las ideas de Lutero. Sus ideas tuvieron efectos en Suiza y Francia.
Por otra parte, en Inglaterra surgió en aquellos años la reforma de Enrique VIII de la cual surgió la iglesia anglicana. Enrique, que estaba casado con Catalina de Aragón, solicitó el divorcio para casarse con otra mujer. El Papa no aceptó su petición, por lo que en 1534 Enrique VIII le negó su obediencia y se proclamó jefe de la Iglesia de Inglaterra.

La respuesta de la Iglesia católica

Frente a las nuevas circunstancias, la Iglesia se dio cuenta que era necesario emprender una seria reforma interna, la cual tuvo dos objetivos: afirmar la fe católica y reformar las costumbres. A esta reforma se le llamó la Contrarreforma católica.

• El Concilio de Trento. La primera respuesta de la Iglesia fue convocar el concilio de Trento. Esta tarea fue llevada a cabo por Paulo III. Se tomaron medidas encaminadas a corregir algunos problemas de la Iglesia, entre las que se destacaron la creación de los seminarios para educar al clero, la reordenación de las parroquias y la obligación de residencia de los obispos en sus diócesis.
• Las órdenes religiosas. La Contrarreforma católica contó con el apoyo de las órdenes religiosas. Entre estas congregaciones se destacó la Compañía de Jesús, fundada en 1534 por el espa­ñol Ignacio de Loyola. Los jesuitas sobresalieron por su sóli­da formación intelectual y su voto especial de obediencia al Papa.

Las guerras de religión

La reforma dividió a Europa en dos bloques religiosos: católicos y protestantes. El protestantismo se había difundido de una manera pacífica, pero ante el fracaso de las negociaciones para dirimir los conflictos dogmáticos, se recurrió a las armas. Este pro­ceso dio lugar a las guerras religiosas. Los protestantes alemanes formaron la Liga de Smalkalda y los católicos se agruparon en la Liga de Nuremberg. Después de muchos años de guerra firmaron la paz de Augsburgo, mediante la cual se concedía libertad reli­giosa a los príncipes. 

  
     Izquierda: Martín Lutero - Centro: Calvino - Derecha: Enrique VIII


DESCUBRIMIENTOS GEOGRÁFICOS DE EUROPA POR EL MUNDO

Descubrimientos portugueses

Hacia el siglo XV, los portugueses lograron cruza la línea del Ecuador y llegar a Guinea, en África donde encontraron oro y marfil, lo que convirtió a Portugal en uno de los países más ricos de Europa. En el año 1.486, Bartolomé Días, al mando una expedición patrocinada por el rey Juan con tres barcos de 50 toneladas cada uno, logró llegar a la parte meridional de África, lugar al que en un principio bautizó como "cabo de las Tormentas" y luego “Cabo de la Buena Esperanza”. Posteriormente, vasco da Gama, bordeando Ias costas africanas, logró llegar a la India en el año ­1.498.

Descubrimientos españoles

Junto con Portugal, España, que en el siglo se hallaba luchando por la reconquista de los territorios de manos de los árabes, también dedicaba sus esfuerzos y recursos a la aventura d los descubrimientos.
Los Reyes Católicos patrocinaron una expedición española que, navegando hacia el occidente, buscaba llegar a las costas orientales de Asia. Fu dirigida por Cristóbal Colón, quien, luego de setenta días de viaje, al amanecer del 12 de octubre  de 1.492 vio por primera vez tierra americana.

Posteriormente realizó tres nuevos viajes, en los que recorrió las costas e islas del Caribe. Los viajes de Colón motivaron otras exploraciones al nuevo territorio. Entre los jefes más de marcados de las nuevas expediciones mencionaremos los siguientes:
·         Fernando de Magallanes. En 1.520 cruzó el trecho que comunica el océano Atlántico el Pacífico. Juan Sebastián Elcano. Fue el primero en la vuelta al mundo, confirmando así la redo de éste. Fue compañero de expedición de Fernando de Magallanes.
·         Américo Vespucio. En el año 1.503 publicó libro titulado Mundos Novus con descripción de las tierras recién encontradas.

Descubrimientos ingleses

Pocos años después de que España entrara en contacto con el continente americano, el rey de Inglaterra, Enrique VII, patrocinó una expedición, al mando de John Cabot, hacia las costas de Norteamérica.
El barco partió en mayo de 1.497 del puerto de Bristol, Inglaterra, con dieciocho marineros y el hijo de Cabot, Sebastián. Semanas después, el 24 de junio, los expedicionarios avistaron la costa de Labrador. Posteriormente la recorrieron, bau­tizando los cabos e islas que encontraban.
En la primavera de 1.498 Cabot realizó una nueva expedición, esta vez al frente de 300 hombres. Visitaron Groenlandia, luego navegaron hacia el oeste, bordearon la costa oriental norteamericana y llegaron hasta la bahía de Chesapeake.
Luego de esta expedición, y por falta de dinero, Inglaterra dejó por mucho tiempo de explorar y colonizar. Pero durante la segunda mitad del siglo XVI, con el patrocinio de la reina Isabel  las ex­pediciones se reanudaron.

Descubrimientos franceses

Hacia el año 1.524, el rey de Francia, Francisco  envió al florentino Juan Verazzano a explorar las costas norteamericanas, desde Terranova hasta Nueva York.
Diez años después, Jacques Cartier remontó el río San Lorenzo y tomó posesión de Canadá, en nombre del rey de Francia. A principios del siglo XVII, Champlain, Nicolet y Raymbault llegaron hasta los Grandes Lagos, y los jesuitas Menard, Marguette, Jolliet y Henne­pin exploraron el río Missisipi, e Illinois y el Ohio.

Geografía y economía del absolutismo

El mercantilismo que se había desarrollado en Europa durante la segunda mitad del siglo XVI, abarcó toda la producción econó­mica del siglo XVII y bien entrado el siglo XVIII. Por el sistema llamado mercantilismo, se entendía la producción económica basada en la acumulación de metales preciosos tales como el oro y la plata. La riqueza de las naciones se medía de acuerdo con la posesión de la mayor cantidad de estos metales, por lo que éstas preferían vender mucho y comprar poco, para mantener un bene­ficio económico a su favor. Durante el siglo XVII el mercantilismo estimuló la producción de manufacturas en Inglaterra, Francia y Holanda. La manufactura era la producción manual de los artículos de uso diario y de lujo que los países necesitaban para su propio consumo, evitando de esta manera tener que importarlos.

Estos países lograron una gran acumulación de riquezas debido a que sus productos eran vendidos a España, la cual poseía grandes cantidades de oro y plata traídos de América. Además, comerciaban sus mercancías con Oriente y algunas colonias americanas.

Ya para el siglo XVII, estos países habían colonizado amplias zonas costeras de África, Asia y América. Por esta razón se preocuparon por someter estas regiones a un estricto control, ya que de ellas se obtenía la materia prima necesaria para elaborar las manufacturas. Una vez procesados los productos, eran también comercializados en las colonias.

A esto se le sumó el establecimiento de aduanas, a través de las cuales se gravaba con altos impuestos las mercancías extranjeras. Inglaterra dio ejemplo con el establecimiento del Acta de nave­gación en 1651, la cual protegía su industria nacional.

Esta situación acrecentó el poder de los burgueses quienes producían las manufacturas, especialmente en Holanda, Suecia y Francia, países donde entraron a apoyar a las monarquías absolutas. Debido a su apoyo la economía de estos países fue muy estable, por lo que los burgueses fueron escogidos como ministros y funcionarios, de modo que fueron adquiriendo poder y prestigio. El caso/más representativo de esta alianza fue el ministro de Luis XIV, John CoIbert.

La prosperidad holandesa e inglesa se proyectó en la creación de monopolios. Holanda creó en 1602 la Compañía holandesa de Indias Orientales, la cual monopolizó durante dos siglos el comercio de sedas y especias entre Europa y Oriente. Inglaterra creó varias compañías de monopolio: la de Indias Orientales y la moscovita, entre otras, las cuales monopolizaban los productos de determinadas regiones. 


BIBLIOGRAFÍA

  • HARRISON, John B. Estudio de las civilizaciones occidentales. Editorial Mc Graw Hill.

  • MONTENEGRO, Augusto. Historia del antiguo continente. Editorial Norma.