miércoles, 7 de agosto de 2013

GUÍA – NOCIONES DE ECONOMÍA (historia del dinero): Orígenes del capitalismo

 COLEGIO AGUSTINIANO CIUDAD SALITRE
               ÁREA DE CIENCIAS SOCIALES
               III BIMESTRE - GRADO SÉPTIMO

GUÍA DE TRABAJO
EL DINERO
El dinero es un objeto respecto del cual hay un acuerdo social para que sea aceptado en el intercambio. Ha transcurrido mucho tiempo desde que el hombre empezó a usar las primeras formas de dinero, hasta la adopción del dinero tal y como lo conocemos hoy, es decir, en la forma de billetes y monedas comúnmente aceptadas por todas las personas para llevar a cabo sus transacciones.
En Colombia, como en la mayoría de países, no siempre existió un único tipo de dinero aceptado por todas las personas. Circunstancias especiales como las guerras llevaban al gobierno de turno a cambiar la moneda que circulaba, en la medida en que la gente perdía confianza en ella por su paulatina pérdida de valor.
Actualmente en Colombia y en casi todos los países del mundo, los gobiernos mantienen la confianza de la gente en el dinero que circula gracias a la gestión que realizan sus bancos centrales, pero este es el resultado de un largo proceso histórico que no estuvo exento de costos económicos. Veamos un breve recuento sobre cómo surgió el dinero y cómo llegó a ser comúnmente aceptado por todas las personas.
En las sociedades tribales el dinero no existía porque la producción y el consumo se daban simultáneamente, por lo que el intercambio no era una actividad habitual. En este tipo de sociedades, las técnicas de producción eran relativamente simples y la propiedad, por lo general, era comunal; así, era fácil para el individuo satisfacer sus necesidades con lo que producía, y cuando se daba el intercambio se hacía para satisfacer las necesidades de la comunidad
El dinero es un objeto respecto del cual hay un acuerdo social para que    sea aceptado en el intercambio. Ha transcurrido mucho tiempo desde que el hombre empezó a usar las primeras formas de dinero, hasta la adopción del dinero tal y como lo conocemos hoy, es decir, en la forma de billetes y monedas comúnmente aceptadas por todas las personas para llevar a cabo sus transacciones.
En las sociedades tribales el dinero no existía porque la producción y el consumo se daban simultáneamente, por lo que el intercambio no era una actividad habitual, era fácil para el individuo satisfacer sus necesidades con lo que producía, y cuando se daba el intercambio se hacía para satisfacer las necesidades de la comunidad. En este tipo de sociedad el trueque le permitía a cada comunidad complementar lo que producía, intercambiando sus excedentes por aquello que le hacía falta. A medida que las técnicas de producción evolucionaron, las comunidades se especializaban en algunas actividades productivas dándose la evolución y profundización de la división del trabajo,  surge el intercambio individual y la consolidación del concepto de propiedad privada tanto de los bienes de consumo como de los factores de producción.
La finalidad de la producción ya no era sólo la satisfacción de las necesidades del individuo sino el intercambio; proceso que estuvo acompañado de un incremento del comercio, el cual permitía que unos y otros intercambiaran aquello que les sobraba por lo que les hacía falta.
El surgimiento del intercambio como mecanismo para lograr la satisfacción de las necesidades sentó las bases para el uso generalizado del dinero, Como una respuesta a esas limitaciones, empezó a surgir en el comercio el uso de objetos que fueran comúnmente aceptados por todos como un medio de cambio. Entre las primeras formas de dinero que usó el hombre se pueden mencionar las conchas, las cuentas de collares, el té, el tabaco, las pieles y el ganado, sin embargo, esos objetos, en muchos casos, no tenían suficiente resistencia y durabilidad, lo que condujo a las sociedades a tratar de remplazarlos por formas de dinero más parecidas a las que conocemos en la actualidad.

El dinero ha tenido un largo proceso de transformación a lo largo de la historia. Hacia 2500 a. C. los egipcios empezaron a usar anillos de metal, y para 700 a. C. los lidios fueron los primeros en acuñar monedas, seguidos por los griegos. Sin embargo, hubo una larga evolución entre el momento en que se empezaron a acuñar las primeras monedas, y el uso de los billetes y monedas que hoy conocemos.

La evolución y profundización de la división del trabajo implicó el surgimiento del intercambio individual y la consolidación del concepto de propiedad privada tanto de los bienes de consumo como de los factores de producción; de esta manera la producción se fue aislando cada vez más del consumo, tanto en el tiempo como en el espacio. La finalidad de la producción ya no era sólo la satisfacción de las necesidades
del individuo sino el intercambio; proceso que estuvo acompañado de un incremento del comercio, el cual permitía que unos y otros intercambiaran aquello que les sobraba por lo que les hacía falta.
El surgimiento del intercambio como mecanismo para lograr la satisfacción de las necesidades sentó las bases para el uso generalizado del dinero; en efecto, la consolidación del intercambio o el comercio como una actividad más dentro de la organización económica de la sociedad, hizo evidentes las limitaciones del trueque. Cuando el intercambio se basa en el trueque es necesario que coincida el interés de las dos personas en intercambiar lo que cada uno posee; además, es difícil llevar a cabo el trueque de objetos de distinto valor en la medida en que no siempre los productos que se pretende intercambiar se pueden dividir; de otro lado, no todos los productos son fáciles de transportar o de almacenar, lo cual no permite que cualquier objeto sea adecuado para el trueque.

Como una respuesta a esas limitaciones, empezó a surgir en el comercio el uso de objetos que fueran comúnmente aceptados por todos como un medio de cambio. Entre las primeras formas de dinero que usó el hombre se pueden mencionar las conchas, las cuentas de collares, el té, el tabaco, las pieles y el ganado. Estos productos tenían ciertas características que les permitían ser transportados y almacenados, y a través de ellos se podía expresar el valor de mercancías más grandes o más valiosas; sin embargo, esos objetos, en muchos casos, no tenían suficiente resistencia y durabilidad, lo que condujo a las sociedades a tratar de remplazarlos por formas de dinero más parecidas a las que conocemos en la actualidad.

FUNCIONES DEL DINERO
1.En primer lugar el dinero cumple la función de ser un medio de cambio, es decir, que debe ser aceptado por las personas a cambio de los bienes y servicios que ellas venden; así, se elimina uno de los problemas derivados del trueque: la necesidad de que coincida el interés de los que participan en el intercambio con los respectivos objetos que tienen para intercambiar.
2. En segundo lugar, el dinero puede usarse como unidad de cuenta; esto significa que los precios de los bienes y servicios pueden expresarse en unidades de dinero en vez de expresarlos en términos de otros bienes. En una economía de trueque era necesario, por ejemplo, establecer que dos bultos de trigo equivalían a diez metros de paño; así, el dinero es un medio que sirve para expresar los precios y los valores de las demás mercancías.
3. En tercer lugar, el dinero tiene una función muy importante como depósito de valor. Para poder cumplir esta función, el dinero debe mantener su valor durante el tiempo y, por tanto, no es necesario intercambiarlo inmediatamente cuando se recibe.

ACTIVIDAD
1. Teniendo en cuenta la lectura como surge el dinero y se va transformando en propiedad privada y lleva a la división del trabajo.

2. Elabore una cronología donde explique la evolución del dinero desde sus primeras formas hasta la actualidad.

3. Teniendo en cuenta las funciones que debe cumplir el dinero, propongan tres bienes diferentes que quieran utilizar como dinero; luego, piensa y explica si cada uno de esos bienes cumple las siguientes funciones:
A. ¿Sería aceptado por todos?
B. ¿Sería fácil de transportar y de dividir?
C. ¿Funcionaría como reserva de valor?
D. Después de evaluar sus diferentes funciones decidan cuál de los bienes propuestos escogerían finalmente para utilizarlo como dinero, y expliquen por qué.









EL DINERO

En este tipo de sociedad el trueque le permitía a cada comunidad complementar lo que producía, intercambiando sus excedentes por aquello que le hacía falta; por ejemplo, si una tribu estaba especializada en la caza y cultivaba unos pocos productos, podía cambiar parte de la carne y las pieles que obtenía de la caza por productos agrícolas cultivados por otra tribu dedicada a la práctica agrícola. Sin embargo, hay que aclarar que en esta etapa las sociedades eran prácticamente autosuficientes, es decir, que podían subsistir casi exclusivamente con lo que producían, por tanto, requerían muy poco intercambio.
A medida que las técnicas de producción evolucionaron, las comunidades percibieron que podían producir más si se especializaban en algunas actividades productivas en lugar de tratar de producir todo lo que necesitaban; así, la división del trabajo también se hizo más profunda y las necesidades de estas sociedades tribales se hicieron más complejas, pues de cierta forma dejaron de ser autosuficientes. Por ejemplo, los individuos que tenían mayores aptitudes para la agricultura se dedicaron a sembrar, mientras que quienes tenían aptitudes para la pesca se especializaron en esta actividad.


LA LEY DE GRESHAM
La ley de Gresham establece que la moneda “mala” remplaza a la moneda “buena”. Este fenómeno fue descrito por Thomas Gresham alrededor del año 1558, pero sólo se postuló como ley en el siglo XIX.
Ésta originalmente se refería a monedas con contenido de metal precioso, de manera que la moneda buena era aquella que tenía un metal más preciado, por ejemplo oro o plata, mientras la moneda mala era aquella que tenía metales menos preciados, como níquel o cobre. Según esta ley, las personas tienden a utilizar la moneda mala en los pagos internos, mientras que guardan la buena, la funden o la usan en pagos internacionales. Esto sucede por ejemplo si tienes una moneda de oro y otra moneda de níquel. Según la ley de Gresham, vas a preferir hacer tus pagos con la moneda de níquel para deshacerte de ella y vas a guardar la moneda de oro en tu casa porque sabes que tiene un gran valor. Cuando todos hacen lo mismo, las monedas de níquel se vuelven el medio de cambio predominante, mientras las monedas de oro se quedan guardadas y salen de circulación.

Inicialmente esta ley fue formulada para monedas con contenido de metal precioso, pero aún hoy tiene validez. La ley funciona cuando hablamos de monedas de diferentes naciones, unas con mayor valor que otras: por ejemplo, si una moneda nacional pierde parte de su valor, por ejemplo por una alta inflación, y existe una moneda extranjera que tiene mayor credibilidad, las personas preferirán guardar la moneda extranjera o utilizarla para transacciones internacionales.

Mientras tanto la moneda nacional, que tiene un valor mucho menor, va a ser el principal circulante en la economía doméstica. 13

Un ejemplo histórico
Mucho antes de la postulación de la ley de Gresham, en las sociedades antiguas ya teníamos ejemplos de este fenómeno. Por ejemplo, en el año 407 a. C. los espartanos se apoderaron de las minas de plata pertenecientes a Atenas y capturaron alrededor de 20.000 esclavos; como resultado de esto, los atenienses debieron dejar de producir monedas de plata y empezaron a producir monedas de cobre de una calidad mucho menor. Así, las pocas monedas de plata que quedaban eran altamente apetecidas y nadie quería deshacerse de ellas; entre tanto, las monedas de cobre eran menos valoradas y la gente buscaba deshacerse de ellas. Esto finalmente condujo a que las monedas de plata salieran de circulación porque nadie quería deshacerse de ellas y las transacciones empezaron a realizarse casi exclusivamente con monedas de cobre.

Cuáles son las funciones del dinero. En primer lugar el dinero cumple la función de ser un medio de cambio, es decir, que debe ser aceptado por las personas a cambio de los bienes y servicios que ellas venden; así, se elimina uno de los problemas derivados del trueque: la necesidad de que coincida el interés de los que participan en el intercambio con los respectivos objetos que tienen para intercambiar.

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En segundo lugar, el dinero puede usarse como unidad de cuenta; esto significa que los precios de los bienes y servicios pueden expresarse en unidades de dinero en vez de expresarlos en términos de otros bienes. En una economía de trueque era necesario, por ejemplo, establecer que dos bultos de trigo equivalían a diez metros de paño; así, el dinero es un medio que sirve para expresar los precios y los valores de las demás mercancías.

En tercer lugar, el dinero tiene una función muy importante como depósito de valor. Para poder cumplir esta función, el dinero debe mantener su valor durante el tiempo y, por tanto, no es necesario intercambiarlo inmediatamente cuando se recibe *—como pudo suceder cuando en una economía de trueque se recibían productos perecederos como carne o frutas—.

La función del dinero de servir como depósito de valor está estrechamente relacionada con la de ser medio de cambio, pues para que cumpla su función en el intercambio debe mantener su valor a lo largo del tiempo; esto permite que la acción de comprar pueda separarse de la de vender, tanto en el tiempo como en el espacio; por ejemplo, un agricultor puede vender su cosecha el día de hoy en un pueblo, y 16
usar el dinero recibido para comprar el vestuario que necesita al día siguiente en otro pueblo; en este sentido, un objeto que se usa como medio de cambio necesariamente debe ser depósito de valor.

Esa reflexión que parece simple nos sirve para entender una de las principales características que tiene el dinero: la liquidez. Cuando pensamos en objetos que pueden ser depósitos de valor podemos encontrar muchos candidatos además del dinero: las piedras preciosas, las obras de arte y aún los carros de colección pueden serlo; sin embargo, no todos los objetos que son depósito de valor pueden ser usados como medios de cambio, y menos como dinero. La liquidez es lo que distingue al dinero de otros objetos que pueden ser depósitos de valor, pues es una característica del dinero estrechamente relacionada con su aceptabilidad por parte de los miembros de una sociedad. Este concepto implica que el dinero es un objeto que en el intercambio tiene la capacidad de ser convertido de inmediato en otros objetos, y para ello se requiere que haya un acuerdo entre las personas involucradas en ese intercambio.

Además de la liquidez o aceptabilidad, el dinero debe tener otras características para poder cumplir sus funciones de medio de cambio, unidad de cuenta y depósito de valor, éstas son: durabilidad, divisibilidad y bajo costo de almacenamiento. La durabilidad significa que físicamente el dinero debe mantener valor, es decir, que el material del que está hecho debe ser durable a lo largo del tiempo; esto explica por qué el hombre rápidamente se dio cuenta de que los metales, y en particular los metales preciosos, eran los objetos más adecuados para usar como dinero. De otro lado, la divisibilidad y el bajo costo de almacenamiento del dinero permiten que se pueda usar como unidad de cuenta y que las personas puedan llevarlo para realizar sus transacciones en cualquier momento y lugar.

El dinero ha tenido un largo proceso de transformación a lo largo de la historia. Hacia 2500 a. C. los egipcios empezaron a usar anillos de metal, y para 700 a. C. los lidios fueron los primeros en acuñar monedas, seguidos por los griegos. Sin embargo, hubo una larga evolución entre el momento en que se empezaron a acuñar las primeras monedas, y el uso de los billetes y monedas que hoy conocemos. Las civilizaciones antiguas, como la griega y la romana, tuvieron que enfrentar la transición de comunidades tribales hacia sociedades basadas, en buena medida, en la propiedad privada, en las que la actividad económica era ejercida de manera individual. Platón y Aristóteles, a través de sus obras literarias, nos han permitido saber que en la sociedad griega existía la propiedad privada de la tierra, la división del trabajo era bastante avanzada, el comercio era una actividad importante y, además, se usaba dinero.

Durante mucho tiempo los países usaron como dinero monedas con distintos contenidos de oro y plata; no obstante, hacia el siglo XIX los gobiernos empezaron a introducir el papel moneda. El papel moneda estaba respaldado por metales preciosos y, en este sentido, era un certificado que le permitía al que lo recibía en el intercambio canjearlo en cualquier momento por su equivalente en metales preciosos. ¿Ante quién podía ir una persona a exigir el cambio del certificado por una determinada cantidad de oro o de plata? En un principio estos certificados eran emitidos por compañías comerciales y bancos privados que asumían el compromiso de cambiar esos papeles por determinada cantidad de metal precioso, pero, después esta facultad la asumió el Estado.

Así, para la segunda mitad del siglo XIX el mundo se había desplazado hacia un sistema monetario en el que se usaba el papel moneda respaldado con oro; sistema que se denominó patrón oro, el cual permitía que todas las monedas y billetes que circulaban se convirtieran en oro mediante una equivalencia previamente establecida. Para comienzos del siglo XX en casi todo el mundo el derecho de imprimir dinero era un monopolio legal del Estado; en la actualidad, ese monopolio es ejercido en la mayoría de países a través del banco central; adicionalmente, en cada país se adoptó una única moneda, denominada moneda local. Sin embargo, en circunstancias de inestabilidad económica que debiliten la credibilidad de la gente en su moneda, es probable que los países opten por usar alguna moneda extranjera simultáneamente con la moneda local; por ejemplo, en Latinoamérica ha habido épocas en las que la gente acepta tanto la moneda local como los dólares estadounidenses en el intercambio.

Después de la Primera Guerra Mundial, el patrón oro se vio amenazado debido a la inestabilidad económica derivada de aquella; así, la mayoría de países suspendieron la convertibilidad de su moneda en oro. A partir de ese momento los esfuerzos por restaurar el patrón oro fueron infructuosos, pues la Gran Depresión de los años treinta y, más tarde, la Segunda Guerra Mundial acabaron con toda posibilidad de retornar a ese esquema. Al terminar la Segunda Guerra Mundial los países más grandes se reunieron para tratar de sentar las bases de una nueva plataforma de crecimiento económico mundial; como parte de este objetivo, esas grandes potencias emprendieron la tarea de reorganizar el sistema
monetario internacional. Dicho objetivo lo plasmaron en el denominado Acuerdo de Bretton Woods, suscrito en 1944, mediante el cual se adoptó el patrón cambio-oro basado en el dólar; bajo este esquema se estableció una equivalencia entre las principales monedas y el dólar y, a su vez, el dólar era convertible en oro.


A comienzos de los años setenta el gobierno de los Estados Unidos suspendió la convertibilidad del dólar en oro, como resultado de las amenazas a la estabilidad económica derivadas, principalmente, de una crisis en el abastecimiento de petróleo, terminando así con el Acuerdo de Bretton Woods. A partir de ese momento todos los países adoptaron un sistema monetario en el que el dinero no está respaldado por ningún metal precioso. El dinero que no está respaldado por metales preciosos se denomina dinero de curso forzoso; bajo este esquema los billetes no representan una obligación para el banco central de pagar oro, sino que equivalen al valor en unidades de la moneda nacional que está impreso en ellos. El valor del dinero de curso forzoso radica en su aceptabilidad por todas las personas como medio de pago; por ello, una de las principales labores del banco central es preservar esa aceptabilidad para que el valor de la moneda se mantenga.

           

domingo, 9 de septiembre de 2012

COLONIAS EN AMÉRICA (IV Periodo)

CONQUISTA DE AMÉRICA

El territorio colombiano
El primer español que recorrió la costa Atlántica colombiana fue Rodrigo de Bastidas en 1502, quien además descubrió la desem­bocadura del río Magdalena. Años más tarde, en 1524, fundó la ciudad de Santa Marta. Durante las primeras décadas del siglo XVI, diversos exploradores tuvieron contacto con estas costas, fundando ciudades como Santa María la Antigua del Darién y Cartagena.
Por su parte el Pacífico fue recorrido por una expedición que par­tió de Panamá en 1522, al mando de Pascual de Andagoya. Más tarde, el mismo recorrido lo hizo Francisco Pizarro, quien busca­ba una ruta de acceso al Imperio inca.
Con base en las fundaciones sobre estas dos costas, se llevaron a cabo las primeras penetraciones al interior del territorio. Una de las expediciones más importantes fue la que llevó a cabo Gonzalo Jiménez de Quesada, quien tomó a su mando la conquista desde el Atlántico hasta el interior del país, fundando varias ciudades, entre ellas Santafé de Bogotá, en 1538. El sur fue conquistado por Sebastián de Belalcázar, quien fundó Santiago de Cali y Popayán. Partiendo desde Coro, Venezuela, los alemanes Ambrosio Alfinger y Nicolás de Federmán, penetraron el orien­te del país. 

Otras conquistas en América
• América austral. Los territorios que se extendían al sur del Imperio incaico, fueron entregados por Pizarro a su compañe­ro Diego de Almagro, quien en Chile, no pudo derrotar la resistencia de los araucanos. Chile fue entregado entonces a Pedro Valdivia para su conquista. Este fundó Santiago. Aun así, los araucanos continuaron con su resistencia al mando del caudillo Caupolicán quien finalmente fue sometido.
La región de río de la Plata fue explorada por Juan Díaz de Solís, pero su conquista se debió a Pedro de Mendoza quien fundó Buenos Aires.
• Brasil. La conquista del Brasil fue llevada a cabo por los por­tugueses a quienes, por lo decretado en las bulas papales, les correspondió la costa Atlántica. Estos fundaron ciudades cos­teras como Olinda, Recife y Bahía. Durante el siglo XVI el río de las Amazonas fue explorado por Francisco de Orellana.
• América del Norte. Inicialmente, el territorio de la Florida fue recorrido por Juan Ponce de León; Texas por Alvar Núñez Cabeza de Vaca y Francisco Vásquez Coronado llegó al Gran Cañón. A pesar de estas exploraciones españolas, la verdade­ra conquista de Norteamérica sería emprendida mucho tiem­po después.

México

Hacia el año de 1515 los españoles ya estaban sólidamente ins­talados en las islas del Caribe, pero habían tenido muy pocos con­tactos con el continente. Tenían noticias de que allí existían ricos y poderosos imperios, lo que animó la organización de las prime­ras expediciones. En 1519 partió de Cuba Hernán Cortés al mando de una expedición que desembarcó en las costas del actual México. Allí fundó la ciudad de Veracruz. Casi al mismo tiempo que inició el contacto con los aztecas, lo hizo con los pue­blos a quienes aquellos habían declarado la guerra. Marchó entonces sobre Tenochtitlán e hizo prisionero al emperador Moctezuma. Para entonces Cortés tuvo noticia de que el gober­nador de Cuba, Diego de Ve1ázquez había enviado un ejército contra él, y salió a combatirlo.
Durante su ausencia los aztecas se sublevaron y, como conse­cuencia de estos hechos, murió Moctezuma. Una vez que Cortés hubo regresado, fue derrotado, pero inmediatamente estableció alianzas con nuevos grupos enemigos de los aztecas y marchó de nuevo sobre el centro del Imperio venciendo sus ejércitos defi­nitivamente en la batalla de Otumba. Allí cayó finalmente el Imperio azteca y su territorio fue incorporado al Imperio español bajo el nombre de Nueva España.
En la misma región, Francisco de Montejo conquistaba el Yucatán, y hacia el sur, un enviado de Cortés, Pedro de Alvarado, pacificaba el sur y lo que actualmente es Guatemala. En estos dos territorios se encontraban los últimos mayas.

Perú

En 1527 partió de Panamá Francisco Pizarro al mando de una expedición en busca del Imperio inca. En 1532 Pizarro logró lle­gar a la ciudad de Cajamarca. Por aquel entonces el Imperio de los incas atravesaba por una guerra civil protagonizada por los hermanos Atahualpa y Huáscar, quienes luchaban por la obten­ción del poder. Pizarro apresó a Atahualpa, y éste prometió entregar una gran habitación llena de oro a cambio de su libertad. A pesar de que el oro fue entregado, Pizarro lo mandó eje­cutar acusándolo de haber dado muerte a su hermano.
Con la muerte de Atahualpa el camino de la conquista del Perú se despejó para los españoles. Pizarra marchó sobre el Cuzco, capital del Imperio, la cual fue tomada en 1534. Poco después, Pizarra fundó la ciudad de Lima, la cual más adelante se convir­tió en la capital del Virreinato del Perú. A continuación surgie­ron disputas entre los españoles, debido a la ambición de gobernar este rico territorio. La situación fue aprovechada por los incas para organizar su resistencia contra la presencia española, la cual perduró durante buena parte del siglo XVI. 

Llegada de Cristóbal Colón a las Antillas

COLONIAS EN AMÉRICA

Por el Tratado de Tordesillas una parte de Brasil pertenecía a Portugal y el resto de América corres­ponda a España. Sin embargo, gobernantes, de otros países europeos se interesaron por nuestro continente y fundaron colonias desde el siglo XVII.

América española

La conquista proporcionó a España el vasto te­rritorio que se extiende desde el sur de los Estados Unidos hasta el extremo de Tierra del Fuego; casi todo nuestro continente, especialmente las áreas montañosas con sus valles y mesetas. Pero los es­pañoles no pudieron conquistar a Norteamérica ni las selvas amazónicas. Además, perdió algunas An­tillas y costas del Caribe en guerras contra Fran­cia, Inglaterra y Holanda.
 Los demás países colonizaron primer conquistaron después
Portugueses, ingleses, franceses y holandeses fue­ron situándose en zonas estratégicas junto a costas y ríos sin ánimo de emprender una conquista mili­tar como la de los españoles. Esto se debió a varias causas:
• No venían en busca de minas de oro sino con propósitos de comerciar y debilitar el poderío de España.
• En esas regiones no había altas culturas indíge­nas ni riquezas, por tanto, no había atractivos pa­ra conquistar.
• En el siglo XVI los demás países europeos no disponían de los recursos humanos, económicos y políticos que tenía España.
Mucho más tarde, cuando la fiebre conquistadora de los españoles había terminado, los demás países colonialistas penetraron en el interior de sus pose­siones para conquistar tierras, encontrar metales preciosos y otras riquezas.

El área portuguesa

Al principio se limitó a las costas del territorio brasileño que le correspondía por el Tratado de Tordesillas. Los portugueses fundaron puertos que servían de escala en sus rutas comerciales con el Leja­no Oriente: No se preocuparon por encontrar oro y plata porque obtenían mucho dinero en su lucra­tivo comercio de especias y otros productos del sur­este de Asia. Del Brasil explotaron una madera tin­tórea que por su color rojizo o de "brasa" deno­minaron "palo do brasil “, de donde proviene el nombre dado al país.
• Entre finales del siglo XVII y todo el XVIII se llevó a cabo la conquista del interior, la cual fue similar a la española, o sea por la fuerza. Inicial­mente el objetivo era capturar indios y esclavizarlos, pero el hallazgo de piedras preciosas atrajo nume­rosos aventureros llamados bandeirantes (porque actuaban en bandas ver imagen). De esta manera, Portugal ex­tendió su área colonial a un territorio que le corres­pondía a España, pero que ésta nunca había con­quistado. Prácticamente, los portugueses llegaron a dominar el Brasil actual. 

Aventureros llamados bandeirantes (porque actuaban en bandas) 


El área francesa: parte del Canadá y Louisiana

• Una colonización motivada por el comercio de pieles preciosas. Un siglo después que los mari­nos franceses habían recorrido las costas del Ca­nadá fue cuando algunas compañías mercantiles con apoyo del monarca pudieron iniciar la coloniza­ción de la región de San Lorenzo y de los Grandes Lagos. Samuel Champlain, jefe de la expedición, fundó Quebec (1608) y combatiendo contra los iro­queses logró llegar a los Grandes Lagos. Otros colo­nos se establecieron en los alrededores mientras los misioneros jesuitas fundaban Montreal (1624) y se atraían a los indios. Los colonos franceses tuvie­ron que sostener fuertes luchas contra iroqueses y algonquinos para lograr sus objetivos: las pieles pre­ciosas de los animales de clima frío como la nutria, el castor y otros.
• Un comerciante en pieles (Jolliet) y misioneros jesuitas (La Marquette y Allouez) recorrieron el Mississippi en casi toda su extensión (1673). Años más tarde Roberto Cavalier de La Salle prosiguió hasta su desembocadura (1682) dando a la región el nombre de Luisiana en honor de su rey.
• En el siglo XVIII, la dominación colonial fran­cesa se reaujo enormemente porque Francia perdió el Canadá en guerra contra los ingleses y cedió la Luisiana a España. Francia conservó solamente al­gunas Antillas, según veremos más adelante. No obstante, en el Canadá, numerosos grupos de la po­blación han conservado la cultura francesa hasta nuestros días.

El área inglesa: la costa oriental de los Estados Unidos y Canadá

• Una colonización iniciada por compañías mercantiles. En la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII varios marinos ingleses reanu­daron la búsqueda de un paso entre el Atlántico y el Pacifico por el norte (Frobisher, Davis, Hudson y Baffin) pero lograron solamente explorar y des­cubrir tierras, estrechos y bahías que llevan sus nombres. Al mismo tiempo Wa1ter Raleigh inten­tó establecer colonias en la llanura oriental de Es­tados Unidos y fundó Virginia (1585) así llamada porque su reina Isabel era soltera, pero la colonia fue destruida por los indios. El proceso de colonización no se pudo reanudar con éxito hasta princi­pios del siglo XVII y bajo el patrocinio de dos compañías mercantiles: la Compañía de Londres y la Compañía de Plymouth. Los colonos buscaban tie­rras para el cultivo de algodón y tabaco para ven­der a Europa, compitiendo así con España.
• Emigrados perseguidos por su fe religiosa con­tinuaron el poblamiento. Esto se debió a que en Europa se había producido la Reforma o movimien­to por el cual numerosos cristianos se separaron de la Iglesia Católica y formaron sus propias iglesias, también cristianas pero llamadas protestantes. Co­mo los reyes de Inglaterra eran protestantes angli­canos persiguieron a los seguidores de otros credos protestantes principalmente a los puritanos. Fami­lias enteras de puritanos se trasladaron a Norteamé­rica en busca de libertad religiosa y fundaron varias colonias. Grupos de católicos perseguidos también salieron de Inglaterra y fundaron su colonia en los actuales Estados Unidos. A principios del siglo XVII existían trece colonias a lo largo de la llanura costera entre los Apalaches y el Atlántico. Sus po­bladores se dedicaban pacíficamente a la agricul­tura, la industria y el comercio, sin relación alguna con los indios ni para convertirlos en trabajadores suyos ni para cristianizarlos.
• Independientemente de las trece colonias, la Compañía de la Bahía de Hudson poblaba y explo­taba, los alrededores de la misma en Canadá. Si­glos más tarde Inglaterra se lanzó a la conquista del occidente de tan extenso país adquirido en lucha contra Francia. En Estados Unidos, en cambio, no pasaron de la llanura costera.

El área holandesa

Holanda (Países Bajos) fundó pequeñas colonias estratégicas para su comercio pero no fueron du­raderas. En su intento por apoderarse del Brasil logró establecerse en Recife y otros puntos de la cos­ta norte, pero los portugueses los expulsaron de allí (1654). En Norteamérica, la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales fundó Nueva Ámsterdam (hoy New York), en la isla de Manhattan, una prós­pera colonia que medio siglo más tarde tuvieron que entregar a los ingleses (1673). El área holandesa quedo reducida a las posesiones en el Caribe.

INSTITUCIONES POLITICO­ADMINISTRATIVAS DE LOS DIFERENTES SISTEMAS COLONIALES

¿Qué sistemas de gobierno implantaron los países colonialistas en América? ¿Qué importancia tuvie­ron para el desarrollo posterior de nuestras nacio­nes? Comparemos la administración que estableció España con las de Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda.

Características del sistema de gobierno colonial hispánico

Bajo los Reyes Católicos y la dinastía de la Casa de Austria o familia Habsburgo, o sea, durante los siglos XVI y XVII, se mantuvo un sistema prácti­camente sin modificaciones. Vamos a tratar del mis­mo con breves referencias a los cambios que se pro­dujeron en el siglo XVIII.
Aunque el continente ya era conocido con el nom­bre de América, España siempre lo denominó ofi­cialmente Las Indias. La organización que dio a sus posesiones estuvo condicionada por la tradición his­pánica, la situación de primera potencia europea, las realidades insospechadas del Nuevo Mundo y el choque entre la cultura del conquistador y las de los indígenas.
• Las Indias no fueron consideradas colonias. Al igual que España era un conjunto de reinos gober­nados por el mismo monarca, la Corona organizó sus posesiones ultramarinas como reinos y así los denominó (Nuevo Reino de Granada, Reino de Nueva España, Reino del Perú o Nueva Castilla, etc.). En consecuencia, Las Indias formaban un conjunto de reinos gobernados por un soberano común.
• Las Indias eran propiedad personal del rey. Así fueron consideradas las tierras reconquistadas a los musulmanes durante la edad media. En consecuen­cia, en la administración de los territorios ameri­canos no intervinieron los organismos existentes en España, sino las instituciones creadas por el rey y bajo su exclusivo control. Todos los nombramien­tos de funcionarios, las atribuciones de éstos, el re­parto de tierras, etc., dependieron siempre del monarca.
• Las Indias fueron gobernadas de manera, auto­ritaria y centralizada por los monarcas. Esta era la forma de gobierno imperante en toda Europa. Por tanto, el autoritarismo monárquico no fue exclusivo de España ni se padeció solamente en América.
• Los hombres, las leyes y las instituciones colo­niales procedían solamente de Castilla y no de to­das las regiones de España. Corno la Corona de Castilla había patrocinado el Descubrimiento y la Conquista, Las Indias le pertenecían al monarca es­pañol por ser rey de Castilla. En consecuencia, so­lamente se autorizó la venida a América de hom­bres castellanos. Asimismo las leyes e instituciones se inspiraron en los modelos vigentes en Castilla. No fue hasta el siglo XVIII cuando se autorizó la entrada en América de otros habitantes de las di­versas regiones de España.
• La Corona consideró la colonización como una misión religiosa confiada por Dios. Según sus principios, había que convertir los infieles al cris­tianismo y de ahí la participación de la Iglesia en la administración colonial.
• La Corona quiso establecer un sistema colonial basado en el derecho y no en la fuerza. Después de la Conquista, la Corona continuó dictando Reales Cédulas y otras disposiciones legales al extremo de que hacia la mitad del siglo XVII sumaban más de 10.000 leyes, de las cuales 6377 fueron incluidas en la Recopilación de Indias o normas de derechos pa­ra América. Miles de ellas reglamentaron las fundaciones de ciudades, el cultivo de tierras, la acli­matación de plantas y animales, el trabajo de los indios, etc., demostrando una constante preocupa­ción por civilizar a América y por asegurar la su­pervivencia de los indios y el respeto a su persona y sus bienes. Estas abundantes y minuciosas Leyes de Indias o Derecho Indiano, como también se les conoce, hacen de España la nación colonialista que más legisló para llevar a cabo una colonización efec­tiva y con propósitos humanitarios.
• El choque entre la política de buenas intencio­nes y las realidades hicieron inoperantes en muchas ocasiones la legislación. Al igual que en los días de la Conquista, los intereses de los aventureros cho­caron con los propósitos creativos de la Corona. En ocasiones las leyes fueron dictadas con criterios de juristas y asesores que no tenían un conocimiento profundo del Nuevo Mundo.
• La desconfianza inspiró la creación de organis­mos políticos y administrativos complejos y exce­sivamente centralizados. Para asegurar una admi­nistración eficiente y el estricto cumplimiento de las leyes, la Corona creó varios organismos y numero­sísimos cargos que dependían en última instancia del rey. Cada jefe vigilaba a sus subordinados y des­de España los órganos supremos los vigilaban a to­dos. El sistema facilitaba que se fiscalizasen entre sí los propios funcionarios coloniales. Todos, sin excepción, estuvieron sometidos a la inspección de los visitadores reales que sin previo aviso investigaban denuncias o irregularidades. Cada alto fun­cionario a la terminación de su mandato quedaba

Régimen colonial portugués

• Una débil sumisión de los funcionarios a la Co­rona. La consideración de factoría o colonia mer­cantil que tuvo al principio el Brasil influyó en el carácter privado de su colonización, siendo las ca­pitulaciones el documento legal regulador de dichas empresas; pero a diferencia del centralizado siste­ma español, la Corona portuguesa dividió el Brasil en 15 capitanías otorgadas vitalicia y hereditaria­mente a varios nobles a fin de obtener el mayor ren­dimiento con el mínimo de costos para la metró­poli. Aunque este sistema duró poco, pues en 1549 se nombró un capitán mayor, representante del rey que unificó el gobierno colonial, los capitanes generales ya todopoderosos perdieron solamente facultades políticas y conservaron sus privilegios económicos. Las bases de la independencia de los funcionarios frente a la Corona estaban echadas y repercutirían en el desarrollo de la colonia durante muchos años.
Otros hechos que acentuaron esta independencia fueron la constante necesidad de defenderse de los franceses y holandeses que por largo tiempo ataca­ron la colonia y se establecieron en sus costas (los franceses entre 1555 y 1615; los holandeses en la pri­mera mitad del siglo XVII). Esto obligó a funcio­narios y criollos a actuar por su propia cuenta sin esperar órdenes ni ayuda de la metrópoli.
• La administración copió el modelo español des­de el siglo XVII. Durante ochenta años (1580-1640) Portugal quedó anexado a España siendo regidas sus colonias en forma similar a las hispánicas. Desde 1621, se hizo necesario hacer nuevas divisiones ad­ministrativas del territorio brasileño, y se crearon dos gobiernos coloniales: uno para el denominado "estado" de Marañón (compuesto por las capita­nías del Norte), y otro para el "estado" de Brasil (compuesto por las capitanías del Sur). Cada uno de estos dos gobernadores estaba asesorado por las cámaras de los principales municipios y subordina­dos directamente al Consejo Ultramarino y la Co­rona portuguesa. Sin embargo, estos últimos tro­pezaron en su política centralizadora con el poder de los colonos en las cámaras. En síntesis, el régi­men político-administrativo portugués fue similar al español aunque menos rígido y efectivo. Tam­bién le faltó al régimen portugués la copiosa legis­lación de Indias de los españoles y los fundamen­tos teológicos y jurídicos que la inspiraron.
• En el siglo XVIII y debido a la expansión con­quistadora del interior del país, se creó un tercer estado o gobierno colonial; Gran Pará y Río Ne­gro, en tanto que el del Brasil fue elevado a la ca­tegoría de virreinato.

Sistema colonial inglés de Norteamérica

• En Inglaterra no existía el absolutismo mo­nárquico como en el resto de Europa. Desde el si­glo XIII los ingleses respetaban la Carta Magna o constitución que limitaba los poderes del rey; este no podía fijar impuestos, organizar ejércitos ni de­clarar la guerra sin consultar al Parlamento o asam­blea representativa del clero, la nobleza y los bur­gueses de las ciudades. La Carta Magna aseguraba también algunos derechos a todos los ciudadanos. Además, en el siglo XVII dos revoluciones (1649 y 1688) vencieron a la monarquía y establecieron el sistema parlamentario, o sea el gobierno del rey con el Parlamento.
• Estas instituciones representativas y casi demo­cráticas fueron trasplantadas por los colonos a América. Así en todas las colonias se disfrutaba de gran autonomía y el poder estaba dividido equili­bradamente entre el gobernador, la asamblea o el parlamento colonial, los jueces y jurados. Según el grado de dependencia con Inglaterra había tres cla­ses de colonias:
• Reales donde el rey designaba a! gobernador y a! consejo colonial pero los colonos elegían a los miembros de la asamblea y los jurados.
• De Propietarios donde el fundador o sus suceso­res, por concesión del rey, eran los gobernadores pero los vecinos elegían a los miembros del conse­jo, la asamblea y los jurados.
• De Cartas, así llamadas porque mediante acuer­do o carta con el rey, éste autorizaba que los colonos designasen a todos los funcionarios.
Desde luego, esta autonomía tan democrática en muchas colonias se disfrutó particularmente en las colonias norteñas; en las del Sur los grandes pro­pietarios monopolizaron los cargos en perjuicio de los pequeños colonos. Y por supuesto, esta auto­nomía y democracia excluía al indio nativo y al ne­gro esclavo; era solamente para los colonos o sea los venidos de Inglaterra y su descendencia nacida en Norteamérica. Por eso decimos que sus institu­ciones eran casi democráticas.
Pese a su exclusivismo, el régimen colonial inglés propició la participación de los colonos en el gobierno acostumbrándose así los pobladores a ela­borar y hacer respetar las leyes, a administrar la jus­ticia y hacerla cumplir, a colaborar en la solución de los problemas de su comunidad y a defenderla con milicias formadas por ellos mismos. 

Llegada de los primeros colonos ingleses con sus familias a Norteamérica

Régimen colonial francés

Se asemejó originariamente al inglés ya que los contratos comerciales de colonización dejaban en gran libertad a los "corredores de los bosques" co­mo llamaban a los cazadores de pieles preciosas. Luego, los gobernadores disfrutaron de prerroga­tivas similares a los de las capitanías generales del Brasil o los adelantados y primeros gobernadores de las colonias españolas.
Pero en la segunda mitad del siglo XVII se impuso un régimen centralizado, dispuesto por Luis XIV el más absolutista de los reyes europeos. Canadá fue convertida en provincia francesa bajo el man­do de un gobernador genera! supeditado al monar­ca y el territorio fue dividido en señoríos que se otorgaron a nobles de la corte. Los sefioríos, a su vez, se subdividían en parroquias bajo la autoridad del cura párroco y del jefe militar. Numerosos in­tendentes o funcionarios con poderes militares, fis­cales y judiciales mantenían el rígido centralismo de la metrópoli francesa. Este mismo régimen se impuso en las demás colo­nias, incluyendo Haití y las Antillas que obtuvo Francia.

Régimen holandés

Fue similar al inglés y al portugués de los prime­ros tiempos dado el carácter de factorías o estable­cimientos comerciales que tuvieron sus efímeras co­lonias. No obstante, la colonia que durante varios años lograron establecer en Brasil fue gobernada por un miembro de la familia real. En las islas que conservó se estableció años después un gobierno más subordinado a la Corona holandesa. 

ECONOMÍA COLONIAL

Resultados del sistema y evolución de la economía colonial española

• A España se le escaparon el oro y la plata ha­cia el extranjero. Por una parte, las costosas guerras que sostuvo durante doscientos años en Europa y, por otra parte, la emigración de españoles hacia América, despoblaron gran parte de España y des­cuidaron los cultivos y la industria. A todo ello se agregó la ausencia de una mentalidad capitalista en­tre los burgueses. En consecuencia, España se vio en la necesidad de comprar en los demás países europeos los alimentos, vestidos, armas y hasta bar­cos que fueron pagados con el oro que tan afano­samente extraía de las minas americanas y que tan celosamente protegía a través del mar. Así, el oro y la plata de América entraban a España, enrique­cían solamente a los comerciantes de Sevilla, mu­chos de los cuales no eran españoles, y salía legal­mente, en el pago de compras, beneficiando al resto de Europa y muchas veces terminaba en manos de sus propios enemigos; las compañías mercantiles de Francia, Inglaterra y Holanda.
• Para Hispanoamérica el sistema fue destructi­vo pues acabó con muchas vidas de indios y escla­vos y agotó minas y yacimientos en corto tiempo.
Otro efecto negativo fue el contrabando, porque la excesiva vigilancia y los altos precios de los produc­tos que venían de España provocaron que la población colonial buscara comprar más barato a los pro­pios enemigos de su metrópoli. El contrabando, en el cual participaban frecuentemente hasta las auto­ridades locales, fue una de las funestas herencias que dejó el sistema económico de España.
Un solo aspecto positivo tuvo la explotación de me­tales y el monopolio: comunicar y unir entre sí a las diversas regiones de Hispanoamérica, porque la necesidad de trasportar los metales preciosos y de­más productos a los puertos oficiales obligaba a sal­var las distancias y los obstáculos geográficos. Di­chos puertos fueron sitios de contactos pero, sobre todo, las ferias de Portobelo se convirtieron en el centro de intercambio de mercaderías e ideas entre los habitantes de distintos lugares de Centro y Suramérica.
• La agricultura, la ganadería y la manufactura quedaron en un plano secundario. Es cierto que la Corona se interesó por fomentarlas y desde los días de la Conquista introdujo múltiples plantas y se­millas (trigo, vid, olivo, morera, árboles frutales, arroz, caña de azúcar, café, etc.) y de animales (ca­ballos, vacunos, cabras, ovinos, etc.) desconocidos hasta entonces y que con el tiempo se convertirían en recursos básicos de nuestros países. Sin embar­go, los cultivos y la cría del ganado se destinaron a abastecer de alimentos y animales a las regiones mineras y a las ciudades. Además, durante los si­glos XVI y XVII los productos agrícolas america­nos no interesaron a los europeos; éstos continua­ron atraídos por las mercancías orientales que ob­tenían los portugueses, ingleses y holandeses. De modo que España tampoco tuvo oportunidad de re­vender la producción de la tierra americana.
En cuanto a la industria textil, España quiso evitar que compitiera con la de la metrópoli. Pero ni en la península ni en las colonias tuvo desarrollo sufi­ciente para la exportación. En los talleres colonia­les, denominados obrajes, se producía igualmente para el consumo local. En ellos la mano de obra principal fueron también los indios, especialmente de las regiones incaica y azteca que tenían tradición por la calidad de sus trabajos.
• A mediados del siglo XVII las actividades agrí­colas y ganaderas comenzaron a desarrollarse. Pe­ro no por iniciativa de la Corona, sino por dos ra­zones principales: la desaparición de la población indígena y la decadencia de la producción de oro y plata, especialmente de Perú y Méjico. Esto de­terminó también que disminuyera el tráfico comer­cial entre España y sus colonias. Ante este proble­ma, la solución estuvo en intensificar el cultivo de la tierra con mestizos y mulatos y, sobre todo, de­sarrollar la ganadería. Fue así como surgió el gru­po social de los hacendados a que ya hemos hecho referencia.
En las zonas de montañas y altiplanos se desarro­lló la cría de ovinos a lo largo de toda América. En los llanos venezolanos y las pampas argentinas to­mó gran importancia la cría de caballos, vacas, to­ros y bueyes. En las Antillas se fomentó con éxito la caña de azúcar y el café; en las costas venezola­nas el cacao y en Centro América la ganadería y el índigo. De esta manera, cada región comenzó a de­sarrollar una economía propia y especializada en determinados productos agrícolas o ganaderos.
• Desde el siglo XVIII, por el cambio de dinastía en España, se desarrollaron las grandes plantacio­nes o haciendas dedicadas al monocultivo extensi­vo para la exportación. Esto se facilitó por las li­bertades concedidas para introducir esclavos y el ce­se de restricciones comerciales. Algunas colonias se enriquecieron con la producción de azúcar, cacao y café, pero se afianzó la práctica de producir para exportar. Esa orientación hacia las exportaciones, considerando que en ellas está la prosperidad, pe­netró profundamente en la mente de los colonos his­panoamericanos y ha perdurado hasta el presente.


Mestizaje en las colonias españolas

VIDA SOCIAL Y ECONOMICA EN LAS COLONIAS DE PORTUGAL, INGLATERRA Y FRANCIA

Comparemos ahora el sistema social y económi­co de Hispanoamérica con los establecidos por los portugueses en Brasil y los ingleses y franceses en Norteamérica.
Características del sistema portugués
Tenía muchas semejanzas con el sistema español: 
• La población del Brasil presentó la misma va­riedad racial produciéndose también un gran mes­tizaje de razas.
• La Corona de Portugal también aplicó medidas mercantilistas e implantó el monopolio comercial a ciertos productos coloniales.
• Predominio social y económico de portugue­ses y criollos se debió a la propiedad de la tierra. Sin embargo, presentaba varias diferencias:
• En el Brasil, el indio no tuvo la importancia que en las colonias españolas ni inspiró una legislación protectora como la de España. En cambio, los ne­gros esclavos por su importancia como mano de obra y su número (50.070 de la población a princi­pios del siglo XIX) influyeron mucho en el desa­rrollo de la colonia y trasplantaron mucho más que en Hispanoamérica su folclor y sus tradiciones.
• La Corona portuguesa era menos poderosa y le­galista que la española y por ello nunca pudo man­tener el monopolio comercial ni un rígido control de los colonos. Incluso no pudo impedir la entrada de extranjeros en Brasil.
• La producción colonial estuvo siempre más vinculada a las exportaciones que la de Hispanoa­mérica porque los terratenientes producían para el consumo y para la venta exterior.

Evolución social y económica de la colonia del Brasil

• Fue inversa a la de las colonias hispánicas: durante los siglos XVI y XVII, mientras España ex­plotaba febrilmente los metales preciosos, los por­tugueses no los encontraron en Brasil porque los indios eran tan primitivos que no trabajaban el oro ni otros minerales. Por el contrario, hacia fines del siglo XVII cuando la economía de las colonias es­pañolas se orientaba hacia la agricultura, la gana­dería y los latifundios trabajados con esclavos, se descubrieron oro y diamantes en Brasil producién­dose la conquista del interior y una intensa explo­tación minera.
• Primera etapa: azúcar, esclavos y latifundios. Durante los siglos XVI y XVII los colonos estable­cidos solamente a lo largo de la costa introdujeron el cultivo de la caña de azúcar y los trapiches para molerla y desde el principio se dedicaron a la expor­tación de azúcar. Los trabajadores eran esclavos ne­gros porque los indios de allí eran muy malos agri­cultores y resultaba más provechosa la compra de esclavos por la proximidad al África y porque eran compañías portuguesas las que se dedicaban a dicho tráfico. Los colonos terratenientes se convir­tieron en grandes señores latifundistas y todopode­rosos vinculados débilmente al monarca portugués y sus capitanes generales. Para obtener tierras y es­clavos no dependían de concesiones de la Corona como los encomenderos y colonos españoles. La so­ciedad de este período presentaba ya un gran mes­tizaje de blancos y negras, y de blancos e indias.
• Segunda etapa: conquista del interior, explota­ción minera y más esclavos. Hacia mediados del si­glo XVII las exportaciones de azúcar disminuyeron porque las Antillas francesas e inglesas producían más y a más bajo precio. Por esta razón los azuca­reros del Brasil no pudieron continuar comprando negros y prefirieron esclavizar a los indios del inte­rior. Grupos de aventureros (mestizos de portugue­ses e indios) denominados bandeirantes, se inter­naron desde Sao Paulo para capturar a los nativos. La Corona intentó impedir el salvajismo de aque­llas expediciones pero no lo logró, siendo frenadas solamente por la valiente resistencia de los misio­neros jesuitas.
Fue entonces cuando se descubrió oro en los alu­viones de los ríos (1698) y pocos años más tarde dia­mantes y otros metales preciosos, despertando la codicia de los portugueses lo cual provocó grandes inmigraciones desde Portugal e incluso de otros paí­ses europeos. La sed de oro fue semejante a la vivi­da en las colonias españolas dos siglos antes pero la introducción de esclavos fue muchísimo mayor (16.000 cada año entre 1700 y 1760). Por otra par­te, los focos mineros provocaron numerosas acti­vidades vinculadas a la minería, como la cría de ga­nado a fin de proporcionar bestias de tracción en las minas, y trasporte de los minerales hasta los puertos y también núcleos agrícolas para suminis­trar alimentos a las regiones del interior.
Desde el siglo XVIII el comercio portugués ha es­tado muy vinculado al inglés y por esta razón, a la larga el oro portugués explotado en Brasil iba a pa­rar a manos inglesas.

Las trece colonias de Norteamérica: población sin mestizaje

• Los fundadores de las colonias del Norte, se­gún vimos, eran emigrados que huían de las persecuciones de Inglaterra. El número de in­migrantes fue alto y continuó creciendo con la lle­gada posterior de escoceses, irlandeses, alemanes y holandeses (estos últimos permanecieron en Nue­va York después que dicha colonia dejó de perte­necer a Holanda). En resumen, todos blancos europeos.
• Los indios no formaron parte de las colonias porque a diferencia de los españoles que los necesi­taban como trabajadores, a los ingleses lo único que les interesaba de los indios era la tierra; por ello se las compraban y si había hostilidad los combatían violentamente con armas de fuego. Como los co­lonos llegaban con sus esposas no hubo uniones con las indias y para cultivar la tierra fueron suficien­tes las mismas familias y los que seguían llegando no en calidad de propietarios sino para ganar un sueldo.
• En este exclusivismo influyó la mentalidad de los colonos. Por una parte no venían a ser señores de tierras para enriquecerse y regresar a la metró­poli sino a establecerse definitivamente en los te­rritorios considerados como su nueva patria. Por otra parte, la mayoría eran puritanos y de otras igle­sias protestantes, como los cuáqueros, que tenían en común la creencia en la predestinación, o sea que Dios ha escogido a unos hombres para la salvación eterna y a otros para la condenación. Según dicha creencia, el individuo que tenía fe y éxito en sus ac­tividades podía sentirse seguro de que era de los pre­destinados al Cielo y debía honrar y dar gracias a Dios mediante el trabajo y una vida moral. Esto ex­plica por qué los colonos, considerándose elegidos por Dios, trabajaron con tanto dinamismo, agra­decidos con su Providencia por el favor dispensa­do y con gran austeridad de acuerdo con la rígida moral puritana. En cambio, hacia el indio no hu­bo sentimiento alguno de afecto pues entendían que era una raza inferior no predestinada a la salvación y, por tanto, que no era necesario evangelizarlo. Así el racismo y el fanatismo religioso se confundieron en la mentalidad de los colonos.
• En las colonias del Sur sí hubo población negra pero tampoco mestizaje. Carolina del Norte, Ca­rolina del sur y Georgia fueron fundadas más tar­de por gente ambiciosa protestante también pero sin el fanatismo puritano. Se dedicaron a la planta­ción de arroz, algodón y azúcar que exigían trabaja­dores fornidos y numerosos, por lo cual los colonos aprovecharon las facilidades del tráfico de negros para introducir esclavos de África. En la colonia de Virginia, la producción de tabaco determinó también la inhumana compra de "piezas" africa­nas. Hacia el siglo XVIII la población negra ascen­día a medio millón de personas pero el inglés tam­poco se mezcló con las negras porque su racismo y sus prejuicios religiosos lo conducían a despre­ciar al no blanco. 

Imagen de la vida cotidiana de una colonia Norteamericana

Actividades económicas y sociedad colonial de Norteamérica

• Una abundante producción agrícola e indus­trial para consumo y exportación. La laboriosidad de los colonos y la fertilidad de la llanura dieron pronto magníficos resultados: trigo, tabaco, arroz, índigo y muchos más, así corno pastos para la cría del ganado. Los colonos puritanos no tenían propó­sitos de comerciar sino que eran agricultores para satisfacer sus necesidades, pero los grandes rendi­mientos obtenidos en la agricultura y las facilida­des de comercio que daba Inglaterra determinaron pronto la aparición de un rico intercambio con In­glaterra u otras de sus colonias. Además corno los pacíficos colonos no buscaron metales preciosos, se dedicaron a fundir el hierro desarrollándose es­ta industria en casi todas las colonias. El hierro y las maderas de los bosques pronto les permitieron también contar con astilleros donde se construían barcos. De este modo los colonos tuvieron flotas propias para su valioso comercio. En el desarrollo de estas actividades agrarias e industriales influyó muchísimo el hecho de que todos los colonos par­ticipaban también en las decisiones del gobierno co­lonial a través de sus instituciones democráticas.
Corno los colonos del Sur no tenían la austeridad de los norteños ni eran tan democráticos en su go­bierno, la gran producción de algodón, azúcar y tabaco determinó allí el predominio de la agricultura controlada por una aristocracia señorial que tam­bién exportaba, muy semejante a la del Brasil portugués.
• La propiedad de las tierras fue inicialmente de las compañías comerciales que fomentaban la co­lonización, pero pronto predominó en el Norte la propiedad individual de granjas o pequeñas parce­las. En el Sur predominó siempre la gran propie­dad. También había tierras pertenecientes a la Co­rona, y que ésta parcelaba y arrendaba a los colo­nos; producían al tesoro inglés una renta anual equi­valente a un millón de dólares.
• La mano de obra, según hemos dicho, fue es­clava en el Sur. En el Norte hubo asalariados y un tipo de trabajador que no existió en las colonias es­pañolas ni portuguesas: siervos blancos, gente sin empleo ni dinero que se embarcaba con el compro­miso de pagar el pasaje con trabajo durante un tiempo determinado que generalmente se hacía in­definido y cuya libertad quedaba muy restringida. También, en el siglo XVII fue frecuente el rapto de trabajadores hábiles en la artesanía, la textilería y la fundición del hierro traídos en forma violenta de las ciudades inglesas; y no pocos miles de huérfa­nos y mujeres sin protección fueron embarcados contra su voluntad.